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Los republicanos dejarán el Gobierno italiano si el Parlamento no aprueba la reforma fiscal

Juan Arias

El Partido Republicano abandonará el Gobierno pentapartito italiano, provocando con ello una grave crisis, si el Parlamento no aprueba la profunda reforma fiscal presentada por el ministro de Finanzas, el republicano Bruno Vicentini, catedrático de la universidad de Venecia y uno de los técnicos del Gabinete que preside el socialista Bettino Craxi.

El anuncio republicano fue hecho por, el secretario del partido y ministro de la Defensa, Giovanni Spadolini, con estas palabras: "Hemos dado muchas pruebas de prudencia y de responsabilidad, hemos rechazado también muchas provocaciones, pero si salta el plan fiscal pondremos en crisis el pentapartido (coalicion gubernamental de cinco partidos)".El problema de fondo es político, como subrayaba ayer el director del diario Repubblica, Eugenio Scalfari. Porque con la reforma Vicentini -si no acabara en agua de borrajas, como muchos desean- Italia abriría una página nueva en su historia: se acabaría en este país con la vergonzosa discriminación consistente en que los únicos que pagan hasta la última lira de impuestos son los trabajadores a sueldo. De todos los demás sectores laborales, -comercio y profesiones liberales-, no llegan a una media de 600.000 pesetas de renta declarada cada año.

Todo esto se ha hecho, dice Repubblica, con la connivencia de una cierta clase política que de este modo se ha asegurado el apoyo electoral de una clase ciudadana políticamente muy fuerte. Y ha sido este regalo fiscal hecho al gran mundo de los negocios lo que ha permitido esa red de escándalos que hoy pesa sobre casi toda la clase política de Italia.

Ante el temor de que pueda aprobarse la ley, el gran sindicato autónomo de los comerciantes, con su líder, Orlando, a la cabeza -al que se apoda Orlando furioso (basado en el poema del mismo nombre de Ludovico Ariosto)-, recordó días atrás, cuando se celebró la primera gran huelga nacional del comercio, que ellos controlan 10 millones de votos.

El gran miedo

Y éste es el gran miedo de algunos partidos. Lo han dicho abiertamente los socialdemócratas, que son los que más se oponen al nuevo proyecto. Por boca de su secretario general, Pietro Longo, que tuvo que dimitir del Gobierno acusado de estar implicado en la logia secreta P-, han afirmado que si se aprueba esta reforma fiscal, la actual forma política del pentapartido, que cuenta hoy con el 54% de los votos, podría por primera vez descender del 50%, tras perder los votos de los comerciantes.Los democristianos son los que están más preocupados, porque el 36% de dichos votos los recoge hasta el momento este partido. Pero, al mismo tiempo, el secretario general democristiano, Ciriaco de Mita, que está en plena campaña de reforma de su partido -tan zarandeado por los escándalos-, no querría presentarse ante la opiión pública como el partido de los evasores fiscales, lo cual sería moralmente antipopular. Y así, este partido está forcejeando para que por lo menos la ley Vicentini acabe profundamente reformada, cosa a la que se oponen precisamente con fuerza los republicanos.

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El problema es tan delicado que los mismos comunistas van con pies de plomo. Evidentemente, ellos menos que nadie pueden oponerse de modo frontal a una ley que acaba con una de las mayores injusticias sociales de este país, ley a la que apoyan incondicionalmente todos los grandes sindicatos democráticos; pero los comunistas obtienen también muchos votos de un buen sector del comercio, sobre todo en las cooperativas, y no quieren perderlos.

Por su parte, los socialistas defienden esta vez con calor la reforma Vicentini, porque ellos se presentan como el partido nuevo del recambio político y no tienen más remedio que ver con buenos ojos esta reforma fiscal. Además, si la reforma no pasase entraría en crisis el Gobierno Craxi, y con ello llegaría el final de la primera experiencia de presidencia del Gobierno socialista.

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