Los gitanos
Mi intención no es la de polemizar con usted sobre la decisión de no publicar mi carta, ya que sé que de todos modos, eso no cambiaría su postura. Pero permítame decirle qué grande ha sido mi sorpresa de su selección.Yo, que soy asidua lectora suya, no he visto nunca (a excepción hecha del diputado gitano) alguien de raza gitana defender nuestros intereses en su rúbrica Cartas al director; yo pensaba, quizá ingenuamente, que vuestra rúbrica estaba abierta a todos, sin distinción de raza y parecer. Veo que, desgraciadamente, no es así, y lo que una gitana dice a los payos os interesa tan poco que prefería echar la carta a la basura. No obstante, no quiero pecar de soberbia y me digo que quizá si tirasteis mi carta a la basura sería por una razón que tenéis, pero que a mí se me escapa por completo.
Al gitano hay que darle su oportunidad desde chiquitito para que pueda defenderse en la vida; ponerles trabas cada vez que abre el pico es la mejor manera de querer que sigamos siendo eso, gitanos, pero marginados.-
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