Una organización clave en el panorama conservacionista

La Unión Internacional para la Conservación -originalmente, Protección- de la Naturaleza (UICN) fue creada en 1948, en Fontainebleau, bajo los auspicios de la Unesco, el Gobierno francés y las asociaciones conservacionistas de Suiza. Poco tiempo después formaban parte de ella 23 Gobiernos y 126 organizaciones nacionales, tanto gubernamentales como privadas. Hoy la UICN representa prácticamente a toda la humanidad a través de 57 Estados, 123 agencias gubernamentales y 321 organizaciones no gubernamentales de 114 países diferentes.El trabajo de sus seis comisiones (Supervivencia de las especies; Parques nacionales y áreas protegidas; Legislación, política y administración; Ecología; Planificación ambiental y Educación) se refuerza con la aportación de los tres centros de la UICN: el Centro de Conservación en Kew y Cambridge (Reino Unido), que recoge información sobre las especies en peligro; el Centro de Legislación Ambiental de Bonn y el Centro de Conservación para el Desarrollo, en la sede central de la UICN, en la localidad suiza de Gland.

La actividad desplegada hasta la fecha por la UICN es múltiple y se mueve en todos los grandes campos que afectan al medio ambiente. Para ello cuenta con una red mundial de más de 3.000 científicos y especialistas que trabajan de manera voluntaria en las tareas de este organismo asesor de las Naciones Unidas, aunque no se trata, precisamente, de una agencia de la ONU.

Hasta hoy sus iniciativas más destacadas comprenden desde la elaboración de trabajos sobre impacto ambiental hasta el proyecto de Carta de la Naturaleza, pasando por su actuación como secretariado en diversos tratados internacionales como: Convenio de Ramsar sobre Zonas Húmedas, Convención de Washington sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna Amenazada o Convención de Bonn sobre Especies Migratorias.

Uno de los documentos más importantes de la UICN es el denominado Estrategia mundial para la conservación, elaborado con la colaboración de otros organismos, como la FAO y Unesco, en 1980. Este documento es un instrumento de trabajo básico para la gestión de recursos vivos y está siendo utilizado tanto por países desarrollados como en vías de desarrollo. El informe señala la necesidad de mantener los procesos ecológicos esenciales, preservar la diversidad genética y coordinar el aprovechamiento indefinido de las especies y de los ecosistemas. Se aportan en él, finalmente, una serie de soluciones legislativas, económicas, de educación ambiental y de investigación.

La participación española en el UICN se sitúa, en primer lugar, en el ámbito gubernamental, puesto que es un Estado miembro desde el pasado 23 de mayo de este año, fecha en que el Consejo de Ministros aprobó la adhesión de acuerdo con una resolución adoptada en noviembre de 1980 por la Comisión Interministerial del Medio Ambiente (CIMA).

Además, participan de pleno derecho el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona), la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Adena), las diputaciones de Barcelona, Valencia y Murcia, y los grupos ecologistas Defensa del Patrimonio Natural (Depana), Federación de Amigos de la Tierra (FAT), Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza (Ascan), Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente (FEPMA) e Instituto de la Caza Fotográfica y Ciencias de la Naturaleza (Incafo).

El Gobierno español solicitó de la presidencia de la UICN que esta asamblea se celebrara en España. En el transcurso de la reunión, la Administración pedirá que se adopte el español como lengua oficial de este organismo.