La muerte de Indira
( ... ) LLevar las riendas del poder en la India supone, por el solo hecho de poder hacerlo, una energía fuera de lo común. Tanto más si se gobierna con dimensión y miras de estadista de talla, sacando adelante un país inmenso, conglomerado caótico de razas, lenguas, religiones y singularidades regionales. Indira Gandhi cumplía la tarea de mantener unido este cosmos de heterogeneidades humanas y a la vez de hacerlo avanzar industrialmente sobre la base de una de las más incomensurables presencias de la miseria en la tierra dentro de las posibilidades de un régimen democrático. Aunque se le acusara de métodos autoritarios. Lo dicho sería sufiente para recabarle un puesto destacado en la historia. Pero, además, Indira Gandhi mantenía a la India en una activa presencia mundial.No es extraño que se la haya discutido. ¿Puede ser de otra manera en quien tenía ante sí una tarea de tan gigantesco empeño? Pero ahora queda por delante un futuro nada tranquilizador en que se acentuarán las tendencias centrífugas de la India y pueden aparecer incertidumbres en el contexto internacional.
, 1 de noviembre
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