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La violencia se adueña de la India

La nueva situación creada en el país constituye un potencial frente conflictivo en Asia para la Administración Reagan

Francisco G. Basterra

La muerte de Indira Gandhi no podía llegar en peor momento para la Administración norteamericana. A escasas jornadas de la elección presidencial, a Ronald Reagan se te abre el nuevo frente de un potencial conflicto en Asia, que se une a los actuales problemas que ya debe enfrentar en Centroamérica, Filipinas y Oriente Próximo, más el deterioro en Chile. Esta vez la Casa Blanca sí consideró oportuno interrumpir el sueño presidencial, algo que no se hizo, por ejemplo, cuando aviones norteamericanos derribaron dos aparatos libios sobre el golfo de Sidra. El consejero de seguridad nacional, Robert McFarlane, despertó a Reagan a las 0.30 horas del miércoles para anunciarle que la mujer que gobernó la India durante 16 años acababa de morir.

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Sólo hace unas semanas, el presidente había ordenado que la diplomacia norteamericana adoptara una actitud más abierta hacia la India en un intento de mejorar las relaciones bilaterales con la segun da democracia más poblada del mundo.El diario The Washington Post reveló ayer que Reagan estaba tratando de negociar con Indir Gandhi la venta de avanzada tecnología norteamericana con aplicación a comunicaciones y sistemas electrónicos, susceptible de utilización militar. Una delegación del Departamento de Estado tenía previsto viajar próximamente a Nueva Delhi para estudiar este tema. La visita que realizó Indira a Washington en 1982 y la del secretario de Estado, George Shultz, a Delhi, en junio de 1983, sirvieron para eliminar susceptibilidades y mejorar la fría relación entre los dos países, derivada fundamental mente de la alianza formal existente desde 1971 entre la India y la Unión Soviética y de la estrecha relación sostenida por Estados Unidos con Pakistán, el tradicional enemigo de la India, país con e que ha mantenido tres guerras desde la partición del subcontinente, en 1947.

Reagan valoraba el esfuerzo de Indira Gandhi por equilibrar más sus relaciones con las superpotencias.

Conflicto con Pakistán

Las malas relaciones entre Washington y Nueva Delhi se deben a que los indios siempre han pensado que, en un eventual conflicto con Pakistán, Estados Unidos se pondría al lado de Islamabad.Para Washington, Pakistán, que suministra generosamente armamento (últimamente le ha vendido 40 aviones F-16), es un peón estratégico clave para contener a la Unión Soviética en el área.

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Sin embargo, Estados Unidos ve con preocupación la posibilidad de que Zia Ul Haq logre construir una bomba nuclear, lo que asusta aún más a la India. Por su parte, la Unión Soviética es el principal suministrador de armas a la India, y este país se negó a condenar la invasión soviética de Afganistán. La India también se siente cercada por China, otro aliado estratégico de EE UU. Por las razones contrarias, la India tiene un gran valor geográfico para Moscú como escudo contra Pakistán y China.

Estupor y preocupación han constituido la primera reacción de la Administración Reagan ante la desaparición de Indira Gandhi. La importancia estratégica de este país en el subcontinente asiático hizo que el presidente rivalizara con el líder soviético, Konstantín Chernenko, en los elogios a la gran política india, que encabezaba el Movimiento de Países No Alineados.

El mensaje enviado en las primeras horas del miércoles por la Casa Blanca a Nueva Delhi subrayó el liderazgo de Indira Gandhi para promover la paz, la seguridad y la democracia en Asia y en el mundo. Reagan aprovechó para anunciar que últimamente había intercambiado cartas con la primera ministra india sobre "el azote del terrorismo" y la necesidad de reforzar la cooperación internacional para atajarlo.

"No es una democracia ideal, pero es una democracia y nos preocupa que sea preservada", afirmó un funcionario del Departamento de Estado tras conocer el asesinato de la dirigente india. Washington ha aconsejado a sus ciudadanos que no viajen de momento a la India, y aunque ayer se afirmó oficialmente que la situación que vive el país no se estima alarmante, medios diplomáticos temen que el heredero de Indira, su hijo Rajiv, sea incapaz de controlar la situación de violencia tribal que ha desencadenado el asesinato de su madre.

En Estados Unidos preocupa sobre todo el peligro de una fragmentación del inmenso país de 740 millones de habitantes, que se piensa aquí que sería aprovechada por la URSS. También se cree que un líder débil, agobiado por los problemas internos, sería más manejable por Moscú y que, sobre todo, podría recurrir a la agresión contra Pakistán como medio para galvanizar su propio país.

"Las relaciones entre Estados Unidos y la India podrían mejorar si Rajiv Gandhi no se muestra tan preocupado como su madre por la cuestión de Pakistán", ha afirmado el ex secretario de Estado, Henry Kissinger.

Aunque la cautela es la norma oficial, medios del Departamento de Estado abrigan dudas sobre la capacidad de Rajiv para mantener unido el país y recuerdan que el nuevo primer ministro, antiguo piloto de Air India, fue prácticamente forzado por su madre a seguir la carrera política contra su voluntad. Cuando acompañó a su madre Indira Gandhi a Washington, hace dos años, mantuvo siempre un prudente silencio.

Los observadores más optimistas prefieren pensar que Rajiv logrará aprovechar el momento emocional creado por la desaparición de la primera ministra india para lograr un nuevo consenso y que la presión de los problemas internos de aquel país será tan grande que le impedirá cualquier acción de política exterior que pueda alterar el difícil equilibrio que su madre logró con las dos superpotencias.

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