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La violencia se adueña de la India

Las guerras del pacifismo hindú

El gran imperio mongol de la India se desintegraba al galope a comienzos del siglo XVIII y aunque la autoridad del emperador islámico en Delhi era nominalmente reconocida en todo el territorio, sólo exístían en el subcontinente dos verdaderas autoridades, militares por supuesto, además de la cabeza de puente británica establecida desde mediados del siglo anterior en Calcuta, Bombay y Madrás: los estados rajputs al oeste y la confederación mahrata que abarcaba todo el suroeste y el centro del país.La East India Company, representante de la Corona británica, derrota a una coalición de poderes locales que había reconquistado Calcuta, en 1757 y entre esta fecha y 1818 rajputs y mahratos luchan contra el invasor. En ese último afio por medio de la anexión militar o el pacto con los soberarios feudales que aceptan la tutela británica a cambio de la preservación de su estatus, todo el subcontinente excepto el Punjab está dominado directa o indirectamente por los británicos. Tras una nueva guerra contra el Estado sij del Punjab creado por Ranjint Singh en 1792, se cierra el capítulo de la conquista con la anexión del territorio en 1849.

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A la gran represión que sigue a la sublevación en 1857 del ejército indígena al servicio de Londres, o motín de los cipayos, sigue un raro periodo de paz. Hasta la primera guerra mundial las elites modernistas del subcontinente tratan de adaptarse a la evidencia de que el poder extranjero es invencible y sus primeros intelectuales en lengua inglesa se apuntan a la benemérita pretensión del educador británico Macaulay: convertir a los indios en ingleses de color atezado. La Gran Guerra, en la que docenas de raillares de indios sirven en los ejércitos de Su Majestad en Europa y Próximo Oriente, sacude esa complacencia mostrando a Gran Bretaña como una de las potencias mayores pero no como un poder divino e invencible.

La II Guerra Mundial se libra para la India en tres frentes. La represión contra las. manifestaciones independentistas en la que mueren varios miles de personas; los cientos de miles de soldados indios que luchan por la Gran Bretaña en Africa, Europa y Asia y comprueban, mejor que en la primera guerra, como se humilla el poder colonial; y las dos divisiones encuadradas con prisioneros indios de la campaña de Birmania que luchan por la independencia contra los aliados y a favor del Japón a las órdenes del nacionalista pronazi Suba Chandras Bose.

La partición del subcontinente entre India y Pakistán en agosto de 1947 desencadena una verdadera guerra civil en la que las matanzas entre musulmanes e hindúes causan de uno a dos millones de muertos. Como estrambote estalla en 1948 la guerra entre el Estado hindú de la India y el islámico de Pakistán por el territorio de Cachemira, provocada por el maharajá del Estado que, contraviniendo los deseos de la mayoría islámica de la población, opta por la unión a la India. Guerrillas propaquista iraníes inician las hostilidades, entra en acción el ejército indio y como respuesta, se suma a la lucha la fuerza regular paquistaní. El alto el fuego acordado por la ONU en enero de 1949 produce la partición del territorio.

En 1961 fuerzas indias ocupan la colonia portuguesa de Goa en una operación de tres días. El año siguiente es el de la gran tragedia nacional india y personal del primer ministro Nehru. Su política de alianza con Pekín se quiebra en octubre de 1962 en la guerra contra China por la disputa de los límites himalayos del valle de Ladakh. El 7 de noviembre las tropas chinas, que han barrido al ejército de Delhi, declaran un alto el fuego unilateral y abandonan parte de las posiciones conquistadas.

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En 1965, tras unas escaramuzas en el Rann de Kutch, el presidente paquistaní, Ayub Jan, ordena una nueva invasión de Cachemira, a lo que replica la India con un ataque por la frontera internacional contra Lahore. El 22 de septiembre la India detiene su avance y acepta un alto el fuego por temor a un ataque de China en la zona de Ladakh.

La última guerra indo-paquistaní es la de diciembre de 1971 en la que las tropas indias derrotan a la fuerza enemiga en lo que entonces era el Pakistán Oriental, mientras lo contienen en el sector occidental. La rendición en Dakha de los 90.000 hombres del general paquistaní Niazi marca la creación de Bangladesh en 1972.

Búsqueda de identidad

Cuando Mohandas Gandhi lanzaba sus campañas del satiagraja, la desobediencia pacífica, y del ahimsa, la no violencia, pensaba en cambiar el carácter de una tierra en la que la desarticulación social provocada por la ocupación británica ha engendrado, según los historiadores nacionalistas, una búsqueda de identidad que llevó a la partición del subcontinente y que, contra todos los sermones pacifistas del sucesor de Gandhi, Nehru, ha vivido en guerra exterior contra sus vecinos e interior contra sí misma en la represión de los nacionalismos radicales. No sólo la agitación sij, sino la de los asameses en el extremo nororiental del país, y de las tribus nagas y mizos estrangulan la capacidad asimilativa de la Unión. Ese espacio político que reunió Gandhi como en un encantamiento, que creyó en la ilusión de un destino internacional con Nehru, y que sólo pudo sostenerse con la añagaza y la represión con Indira Gandhi, es el legado que recibe el último sucesor, Rajiv Gandhi. Una tierra que proclamó un ideal de paz en medio de la guerra.

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