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Agitación en la india tras el asesinato de Indira Gandhi

Las fuerzas de seguridad patrullan las ciudades para aplacar la sed de venganza de los hindúes contra los sijs

Centenares de personas murieron ayer en la India, y varios millares más resultaron heridas, en el curso de los incidentes provocados por grupos hindúes que atacaban a ciudadanos sijs en venganza por el asesinato, el pasado miércoles en Nueva Delhi, de la primera ministra, Indira Gandhi. La violencia se extendía ayer rápidamente por todo el país, y al menos en 20 ciudades fue decretado el toque de queda. Efectivos del Ejército tomaron las calles de la capital india, Nueva Delld, Calcuta y otro núcleos urbanos para tratar de controlar la espiral de violencia.

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Una minoría influyente

Grupos de manifestantes que gritaban "ojo por ojo, diente por diente" y otras frases de venganza recorrían ayer las calles de la capital india blandiendo puñales, bastones y barras de metal en busca de sijs, fácilmente identificables porque ocultan sus cabellos con turbante y llevan largas barbas. Cientos de tiendas y vehículos fueron quemados por los manifestantes y, en un barrio del sureste de Nueva Delhi, un grupo de manifestantes trató de prender fuego a un tren.El nuevo primer ministro, Rajiv Gandhi, hijo de la estadista fallecida, ordenó a los jefes de gobierno de los Estados indios que se habían trasladado a la capital para asistir a los funerales por Indira Gandhi, que regresaran inmediatamente a sus lugares de origen para mantener la paz y el orden. El Gobierno repitió ayer en varias ocasiones, apoyado por los líderes de los principales partidos, el llamamiento efectuado por el nuevo primer ministro en la noche del miércoles, a poco de jurar su cargo, en el que pedía calma y tranquilidad a la población.

Desde que un grupo sij reivindicó el asesinato de la primera ministra Indira Gandhi, cometido en la mañana del pasado miércoles, 31 de octubre, por dos miembros sijs de su guardia (y no tres, como en un principio se había informado), las miembros de esta secta son el objetivo del odio y los deseos de venganza de la mayoritaría población hindú.

El coche del presidente de la Unión India, Giani Zail Singh, que pertenece a la religión sij, fue apedreado por grupos de personas cuando regresaba precipitadamente de un viaje oficial a Yemen del Norte, país en el que le sorprendió la noticia del asesinato de la primera ministra.

Los incidentes más graves se registraron en Nueva Delhi donde, a las pocas horas del magnicidio, se contabilizaron cinco personas muertas. Uno de los cadáveres aparecía mutilado y otro, un sij quemado por un grupo de manifestantes.

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La agencia de noticias india PTI informó que fuerzas paramilitares entraron ayer en el templo sij de Rakab Gani, cerca del Parlamento, en Nueva Delhi, donde se refugió un numeroso grupo de personas de esa secta y desde donde se abrió fuego contra una multitud hostil.

Dos corresponsales de la agencia británica Reuter afirmaron haber visto ayer el cuerpo carbonizado de una persona a las puertas del citado templo. La policía, por su parte, informó que varios sijs decapitaron a un hindú, y que cuando otro sij salió del templo, armado con una espada, fue agarrado por un grupo de personas que le rociaron con gasolina y prendieron fuego.

Según el ministro del Interior, M. M. Wali, al menos una docena de personas murió en localidades del Estado de Madhya Pradesh. En Calcuta, la ciudad más poblada del país, se contabilizaron al menos 10 muertos en diversos incidentes en las calles, que ayer estaban patrulladas por soldados del Ejército.

Tres personas se inmolaron con fuego para expresar su dolor por la muerte de Indira Gandhi y una de ellas murió, un joven de 24 años, de Tiruchirappali, en el Estado de Tamil Nadu, al sur del país.

El Estado de Madhya Pradesh fue el que registró los disturbios más violentos, lo que obligó a las autoridades a imponer el toque de queda en la capital, Bhopal, y cuatro ciudades más.

En el Estado de Bihar, al noreste del país, la policía ordenó disparar sin previo aviso para evitar nuevos incendios y actos, de vandalismo contra tiendas y comercios de ciudadanos sijs.

En los límites del Estado de Haryana la policía ordenó a los dos corresponsales de Reuter que se volvieran a Nueva Delhi. "No podemos garantizarles su seguridad. La gente está enloquecida", dijeron.

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