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Las retenciones fiscales por rentas del capital crecen el 1%, frente al 22% de aumento en las del trabajo

Durante los nueve primeros meses del presente año, la recaudación de Hacienda por retenciones del capital, de cara al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), ha crecido en 942 millones de pesetas (el 1 %) y las del trabajo personal en 126.000 millones (el 22,2%). El fruto total de este impuesto, que aporta la tercera parte de la ingresos fiscales y lleva un billón de pesetas en lo que va de año, se aproximará más que en 1983 a los objetivos iniciales. Pero todo parece indicar que fracasará el reiterado anuncio de hacer pagar lo que deben a las rentas del capital, donde el nivel de ocultación ha sido estimado oficialmente en el 80,2%. Sobre dicho propósito las cifras revelan un balance más negativo que el de años anteriores.

De enero a finales de septiembre, la recaudación procendente del IRPF ha crecido 154.000 millones de pesetas (el 19,5%), de los cuales 126.000 corresponden a retenciones por trabajo personal, que han pasado a 696.660 millones (22,2% de aumento). Por el contrario, las retenciones sobre el capital han aumentado 942 millones (el 1%), hasta situarse en 94.810 millones. La expansión relativa de otros ingresos (54,2% en los pagos fraccionados de actividades empresariales y 6% en los de profesionales y artistas) queda desdibujada por su escasa aportación total (19.273 y 12.815 millones de pesetas), así como por los cambios en la estimación objetiva singular. En cuanto a la cuota sobre la renta global (ingresos durante el período de declaraciones correspondientes al año pasado), van 119.663 millones de pesetas, con un aumento del 19%.

Explicaciones

El ínfimo incremento de las retenciones sobre capital representa en términos reales una disminución, pues la inflación interanual se ha movido en tasas superiores al 11 %. Además, contrasta con todos los indicadores sobre la evolución de las rentas: aumento de las cotizaciones y de la rentabilidad bursátil, descenso real de los salarios, y gran avance de los excedentes empresariales reflejado por la Contabilidad Nacional, donde se llevan casi la mitad de la renta.En 1983, ejercicio algo menos brillante a estos efectos, las retenciones del capital crecieron un 20%, frente al 22,5% en la recaudación total del IRPF y el 15,7% obtenido en las retenciones del trabajo. Pero la mejora comparativa la provocaron las sentencias judiciales contra Hacienda, al obligar a la Seguridad Social a dejar de aplicar retenciones durante el último trimestre sobre los subsidios de paro y las pensiones, que se computan como rentas del trabajo y sobre las cuales el fisco proyecta una ley para reimplantarlas.

Los últimos datos parecen revelar el fracaso de los reiterados anuncios de lucha contra el fraude y de mayor equidad en el reparto de la carga fiscal. La insistencia oficial en que se iba a terminar una situación en que las rentas del trabajo soportan el 83% del IRPF ni siquiera ha tenido, a la luz de dichos datos, efectos disuasorios.

Sin aportar cifras explicativas portavoces de Hacienda apuntaron que el fuerte aumento de las retenciones por trabajo se debe en buena parte a que los planes de inspección han sido orientados a que las sociedades ingresen las retenciones por trabajo e impuesto sobre tráfico de empresas (ITE).

Respecto a las de capital, dijeron que el traslado de depósitos bancarios hacia nuevos activos que carecen de retención sólo proporcionará ingresos por retenciones cuando entren en vigor los proyectos de ley sobre tributación de nuevos activos financieros y de represión del fraude fiscal.

Dimensión del fraude

En todo caso, subrayaron que una cosa son las retenciones y otra la tributación total, que aflora al año siguiente, cuando el sujeto declara.Sin embargo, otros medios de Hacienda, sin responsabilidad directiva y críticos respecto a los nuevos enfoques de la política fiscal, opinan que el nivel de retenciones determina el de tributación. Recordaron que las propias autoridades fiscales concluían un reciente informe sobre el fraude con la afirmación de que "la efectividad como mecanismo fiscal de las rentenciones practicadas posibilita el elevado grado de cumplimiento de las rentas del trabajo". Como problema de fondo, resaltaron que un fracaso en el control de las rentas del capital cuestionaría la política de trasladar la imposición desde las personas jurídicas (empresas) hacia las físicas (trabajadores y rentistas), iniciada por los Gobiernos de UCD y acelerada por el socialista.

Con motivo de la discusión de los citados proyectos de ley, suavizados en la última versión aprobada por el Gobierno y amenazados de nuevos retoques en las Cortes, el Congreso de los Diputados ha facilitado a los parlamentarios las conclusiones de diversos estudios sobre la dimensión del fraude fiscal, nunca revelados con tanta claridad por Hacienda, pese a que los efectuó su Instituto de Estudios Fiscales.

El último, terminado en julio de 1983 con datos de 1980, indica que el 80,2% de las rentas del capital se escapan al fisco, mientras que el nivel de evasión en las rentas del trabajo oscila entre el 20,2% y el 29%. Así, el trabajo por cuenta ajena debería soportar sólo un 62,7% del IRPF y soporta en realidad el 83,2%, aún cuando tampoco está exento de fraude.

Si las estimaciones macroeconómicas de fraude en el IRPF se ajustaran a la realidad y esta práctica no existiera (el nivel medio de ocultación de todas las rentas se estima en el 46%), Hacienda recaudaría este año cerca de dos billones de pesetas por dicho impuesto, en lugar de los 1,3 billones previstos.

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