Juan Pablo II ofrece una alternativa a la 'teología de la liberación'
Juan Pablo II ofreció anoche -en la homilía de la misa celebrada ante una multitud en el hipódromo de Santo Domingo (adonde llegó procedente de Zaragoza)- su respuesta a lo que considera desviaciones de la teología de la liberación: una alternativa pacífica y trascendente que pretende tranquilizar tanto a los sectores conservadores como a los progresistas de la Iglesia de América Latina. El Papa, recibido por una multitud entusiasta que se agolpaba en el recorrido de 30 kilómetros entre el aeropuerto y la capital de la República Dominicana, enunció una serie de mandamientos o principios que representan su visión alternativa a la teología de la liberación, que él prefiere llamar de liberación social.
En estos principios, Juan Pablo II afirma que la opción preferencial por los pobres asumida por buena parte de la Iglesia latinoamericana ha de hacerse siguiendo el Evangelio ("que prohibe el recurso a la violencia"), de forma abierta a todos; sin considerar al pobre "como clase en lucha"; mirando al hombre en su doble condición "terrena y eterna"; recordando que la primera liberación "debe ser la del pecado", y sin que se exponga al ser humano a caer "bajo sistemas que le privan de su libertad y le someten" al ateísmo y al "materialismo práctico".El Papa aseguró también que, "cumplidos estos requisitos", cuantos en la Iglesia trabajan por la causa de los pobres "no deben sentirse frenados, sino confirmados y alentados en sus propósitos".
La jornada de ayer comenzó muy temprano para Juan Pablo II, que fue despertado en Zaragoza por el redoble de cientos de tambores de los tamborreros poco después de las siete de la mañana. El Papa dedicó un cálido elogio a estos jóvenes de las distintas cofradías aragonesas que permanecieron, toda la noche congregados frente al palacio arzobispal de Zaragoza, donde durmió Juan Pablo II.
Antes de abandonar esta ciudad española con destino a Santo Domingo, el Papa mantuvo también una breve entrevista con el presidente del Gobierno, Felipe González, que se desarrolló en un clima cordial y distendido sin que ningún intérprete estuviera presente. Pocos minutos después, Juan Pablo II daba por finalizada su segunda visita a España.
Páginas 5 y 13
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