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Imagen y realidad de la Comunidad Valenciana

La fiesta de la Comunidad Valenciana, que se celebra el 9 de octubre para conmemorar la toma de la ciudad de Valencia por el rey Jaime I en 1238, sirve de motivo para la reflexión que hace el autor de este artículo sobre el pasado y el presente del País Valenciano como comunidad autónoma. Según Rafael Blasco, esta comunidad es hoy una sociedad moderna y dinámica con personalidad propia, que reclama para sí un cambio superador de viejos tópicos, que exige ser conocida por sus propias realidades y que reivindica el lugar que le corresponde en el Estado de las autonomías.

Los valencianos nos preocupamos muy poco por actualizar y difundir la imagen real de nuestra comunidad. Este hecho ha contribuido, sin duda, a que nuestra tierra se identifique unilateralmente con determinados tópicos triviales y ciertos conflictos puntuales que están muy lejos de reflejar por sí la realidad social, rica y contradictoria, valenciana, cuyos perfiles no están aún suficientemente estudiados. El tema está ahí, para ser abordado con decisión desde dentro y desde fuera del colectivo valenciano. Una fecha como la del 9 de octubre, convertida en uno de los símbolos de nuestra identidad, es buen momento para intentar una escueta aproximación.La Comunidad Valenciana, hasta el día de hoy, viene encontrando serias resistencias para hacer sentir su peso y ocupar el lugar que le corresponde en el Estado de las autonomías. Lo valenciano continúa siendo un fenómeno mal conocido y peor explicado.

Los mismos nombres de Luis Vives, Centelles, Cabanilles, Beltrán de Lis o Gaos, que suelen ser ,identificados con ciertos momentos clave o significativos de los siglos XV, XVI, XVIII, XIX o XX, no han sido suficientemente reconocidos e interiorizados en su lugar de origen, Valencia.

La aportación valenciana al Compromís de Casp, Les Corts, la Generalitat o la reivindicación burguesa de las Germanies, aspectos de profundo contenido histórico, quedan, sin embargo, sólo marginalmente relacionados con el entorno geográfico de nuestra comunidad.

La soberanía como reino, que el País Valenciano ostentó desde 1245 y que en 1707 perdió en la guerra de Sucesión, es un hecho casi totalmente olvidado, en fuerte contraste con la resonancia que se da a parecidos avatares históricos de otras comunidades.

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Maduración histórica

En esos casi cinco siglos de existencia del reino de Valencia se puede diferenciar una primera fase de progreso que adquiere verdadero esplendor en el siglo XV (corno parte de un fenómeno más general, el Renacimiento), seguido de otro largo período marcado por la decadencia, que se prolongará hasta comienzos del siglo XVIII, durante el cual se inició de nuevo un lento despegue económico. A finales del siglo XIX experimentaron un espectacular impulso el cultivo y las exportaciones de cítricos, sin que éste fuera acompañado de la correspondiente industrialización, para la que en líneas generales habría que esperar hasta mediados de este siglo.

En estos años, el progreso industrializador fue de nuevo espectacular. En 1975, el valor añadido de la industria,sin contar la construcción, era ya tres veces mayor que el sector primario, incluyendo agricultura y pesca.

La interpretación del valenciano como un país predominantemente agrario perdía así toda su vigencia. La enorme transformación sufrida hace que aunque desde el punto de vista de su situación la Comunidad Valenciana esté situada en la denominada España rica, tenga características de singularidad.

El caso de Sagunto

En este panorama, Sagunto ha sido el punto conflictivo por excelencia durante el año pasado. En el marco de los inevitables sacrificios que impone una reestructuración industrial que todos consideramos necesaria, las medidas que más afectan al colectivo de trabajadores se han ido retrasando. Con la participación de la Generalitat y de diversos ministerios se han podido paliar los efectos negativos, declarando a la comarca de Sagunto zona de preferente localización industrial. Las gestiones para atraer nuevas empresas no se hicieron esperar, y hoy el Camp de Morvedre cuenta con 52 nuevos proyectos aprobados, que suponen una inversión de 20.343 millones de pesetas y 1.446 puestos de trabajo, de los cuales cerca de la mitad se encuentran en fase de creación.

Por otra parte, y sin pretender caer en generalizaciones fáciles, parece claro que la Comunidad Valenciana tiene una idiosincrasia propia. Y en este sentido pueden apuntarse como peculiaridades más notables no sólo la lengua, que en definitiva es común en lo esencial a la que se habla en Cataluña y Baleares, sino también el cultivo de las artes como fenómeno social masivo (música, literatura, artes plásticas ... ) y lo que podríamos llamar la mediterraneidad, tan relacionada con la cultura del ocio, de la fiesta, el trabajo creativo, la sensorialidad y la extraversión, que se manifiesta en las fallas, las fiestas de moros y cristianos, las hogueras y en multitud de festejos locales donde proliferan la vistosidad y el colorido de los disfraces, la pólvora, la música y la masiva participación popular.

Esta realidad socioeconómica nos revela, pues, una imagen muy alejada del viejo tópico del Levante feliz, acentuada por la propia dualidad geopolítica de la comunidad: un litoral fértil poblado por gentes de origen catalán, muy diferente del interior, de montes y altiplanicies, árido y agreste, habitado por gentes de origen castellano y aragonés, aunque sucesivas migraciones, sobre todo en las últimas décadas, hayan cambiado un tanto estos parámetros y hayan introducido la dualidad en el interior de las grandes ciudades del litoral.

El proceso que culminó en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana de 1982 ha sido calificado, no sin razón, de tormentoso e irregular, tanto desde el punto de vista político como desde la óptica legal-constitucional. En dicho proceso quedó patente la incapacidad orgánica de la derecha valenciana para asumir un proyecto moderno de autonomía y una cierta crisis de identidad que afectó, en mayor o menor medida, a todas las fuerzas políticas y sociales valencianas, crisis hoy en gran parte ya superada. Las instituciones autonómicas, fuertemente contestadas anteriormente, entraron a raíz del 8 de mayo de 1983 en período de consolidación.

El mapa actual

El mapa político actual de la comunidad podría hoy ser caracterizado por tres elementos destacados: una corriente progresista de apoyo electoral al PSOE, proporcionalmente superior a otras del Estado español; una derecha falta de iniciativa e imaginación, incapaz de traducir al lenguaje político el dinamismo económico y empresarial de la burguesía y la ausencia de un partido nacionalista que sobrepase la existencia nominal en el País Valenciano, tal vez por falta de espacio electoral o de base social que lo apoye.

La sociedad valenciana de hoy, notablemente cohesionada y con un nivel de conflictividad interno bastante bajo, tiene en el centro de sus preocupaciones la crisis económica. Crisis que necesita para su resolución de un Gobierno y una Administración autonómica eficaces, cercanos al ciudadano, capaces de conocer y organizar toda la potencialidad de esta sociedad y aportar soluciones.

En definitiva, y como los apuntes anteriores sugieren, la valenciana es una sociedad cuya complejidad y contrastes no son los que una imagen tópica ha podido dar a entender, sino los de una sociedad moderna y dinámica con personalidad propia que reclama para sí un cambio -también de imagen- superador de viejos tópicos, que exige ser conocida por sus propias realidades y reivindica el lugar que le corresponde en el Estado de las autonomías.

es conseller de la Presidencia de la Generalitat Valenciana.

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