Barrault: "El teatro es el encuentro entre dos pilas magnéticas, escenario y público"
"El teatro es un hecho que tiene tres momentos: el primero es el movimiento; el segundo, la palabra; el tercero, el encuentro entre dos pilas magnéticas, el escenario y el público", dijo el actor francés Jean Louis Barrault durante el encuentro con el público y la crítica, en el programa del 32º Festival Internacional de Teatro, que se celebra aquí desde el pasado día 2 y hasta el próximo 21. Barrault, que asiste como invitado especial, habló de la escritura teatral y de la palabra. La palabra en el teatro, la palabra como lengua teatral es, por lo demás, el hilo conductor de este primer año de la 32ª edición del festival, que se realiza auspiciado por la bienal de Venecia.
"Sobre el programa de lenguaje, de la palabra y de la escritura", dijo Barrault, "tengo mis propias ideas, y mis ideas son que estamos en Italia, patria de la comedia dell'arte, y que en ella hay doctores. La escritura es un problema de doctores". Afirmó que "la escritura no es teatral, lo teatral es la palabra, y la palabra es fruto de respiración y contracción muscular, tiene que ver con el cuerpo: la palabra está en el cuerpo como los frutos en el árbol".
Mimo en sus primeros años de actor, a los 74 años Jean Louis Barrault "es en sí mismo una parte integrante del teatro universal", según lo presentaron durante el encuentro.
También hombre de cine su primer filme, Helène, de Jean Benoit-Levy, en 1936, y el último, Un mundo nuevo, de Scola-, prefiere el teatro "porque es mejor hacer el amor en una cama que por correspondencia".
Aseguró que "el teatro no es incompatible con las pasiones privadas", y a propósito de Paul Claudel, cristianismo y catolicismo, afirmó que "cuando, desde el ser actor, se asume la vida de los otros, su deseo de felicidad, su miedo al dolor, y se da una voz a todo esto, amplificándola, cuando, de alguna manera, se olvida uno a sí mismo en los otros, uno se crucifica como Cristo".
Dijo inmediatamente después que no tiene "la pretensión de parecerme a Jesús", pero señaló: "Creo que si su Iglesia ha olvidado el valor de la capacidad de amar, él no lo ha olvidado, y yo, a mi modo, no estoy lejos de él y, en consecuencia, de Claudel".
Desde la suya, que es "una profesión hecha de palabras y corazón", Barrault puede definir "al ser humano, que es como una bola de fuego que nace de las tinieblas y vuelve a las tinieblas".
Agregó que "durante el trayecto esa bola puede ser una llama, una luz o un reflejo". Y puntualizó: "Si es llama que genera amor, es Pascal o, en el teatro, Racine; si es luz que genera inteligencia, es Descartes; si es reflejo que genera conciencia, sobre todo conciencia de la muerte, sin la cual el hombre es incapaz de reír, entonces es Montaigne o Moliére".
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