Andreotti dice que es víctima de un "bandidismo escrito y verbal"
El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Giulio Andreotti, ha roto el silencio en el que se había encerrado tras la votación del jueves en el Parlamento (en la que salvó la cabeza gracias a la abstención comunista) con un artículo que será publicado hoy en el diario romano conservador Il Tempo. Sale a la palestra en el momento en que estaba creciendo el número de fuerzas políticas que pedían su dimisión o se la aconsejaban, calificando de "bandidismo escrito y verbal" las acusaciones que están lloviendo contra su persona.Andreotti, en su artículo, que titula Otoño melancólico, afirma que, a las maniobras que de cuando en cuando alguien se divierte en urdir contra él, no ha respondido nunca en el pasado, pero que ahora "la medida se ha colmado".
Andreotti no dice ni una sola palabra de dimitir, pero aborda dos acusaciones concretas: la de sus supuestas connivencias con el banquero siciliano Michele Sindona, por las que 101 diputados votaron para pedir su renuncia, a los que se unieron más tarde los comunistas; y las de Nando dalla Chiesa, hijo del general de carabineros asesinado por las Brigadas Rojas en Palermo, en un libro que acaba de salir en Francia.
A la primera acusación, Andreotti, con la ironía que lo distingue, recuerda que si hoy Sindona está en manos de los jueces italianos "ello se debe a mi ministerio, que ha tramitado la extradición". Precisamente ayer, desde la cárcel de Voghera, el banquero incriminado había hecho grandes elogios de Andreotti, diciendo que nunca le había pedido dinero para él, como habían hecho, por ejemplo, los socialistas.
En cuanto al libro del hijo de Dalla Chiesa, en el cual se afirma que su padre cayó en desgracia porque le había dicho a Andreotti que iba a Palermo a indagar sobre sus amigos mafiosos, el ministro responde que lo único que puede esperar es que el autor pueda arrepentirse de sus incautas y turbias afirmaciones", recordándole la amistad que le unía a su padre asesinado.
Por último, Andreotti lanza la hipótesis de que la campaña contra él pueda deberse a que a alguien no le guste la política exterior que está haciendo y que se le golpea a él, como se hace a veces en el billar, para herir más lejos: a toda la Democracia Cristiana.
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