Bush y el fisco discrepan sobre el pago de 25 millones de pesetas
El vicepresidente norteamericano, George Bush, y el fisco estadounidense se hallan enzarzados en una contienda por la distinta interpretación que cada parte hace de una disposición legal que por el momento ha costado a Bush unos 144.000 dólares (casi 25 millones de pesetas). El vicepresidente hizo públicas el miércoles sus declaraciones sobre la renta en los tres últimos años, por las que ha tenido que pagar más de 300.000 dólares (más de 51 millones de pesetas, al cambio actual), pero anunció que piensa recurrir para recuperar los 144.000 dólares.
El motivo de la discrepancia entre el fisco y el vicepresidente se basa en la venta en 1981 de una casa que Bush tenía en Houston (Tejas). El político republicano retrasó el pago de los impuestos relativos a esta venta, tal y como teóricamente le autoriza la legislación fiscal, porque poco después compró otra residencia en Maine.
El fisco discrepa de la interpretación dada por el interesado a la ley y sostiene que la disposición rige para el caso de adquisición de las residencias principales, y que por ello no se puede aplicar al vicepresidente, en la medida en que su residencia principal es la que ocupa en función de su cargo en Washington. Bush ha sido obligado a pagar por ello 144.000 dólares extra de impuestos e intereses.
El vicepresidente discrepa de esta decisión y ha pedido que se le devuelva esa cantidad porque, dice, no quiere tener más ventajas fiscales que el ciudadano norteamericano, pero tampoco menos, y niega que su vivienda en Washington pueda ser considerada como una residencia principal.
Bush, a quien se le estima una fortuna personal de 2,2 millones de dólares (más de 370 millones de pesetas), ha declarado en los últimos tres años ingresos por valor de 810.477. dólares, de los que ha tenido que pagar 303.421 en impuestos.
Bush ha sido el último de los participantes en la carrera electoral estadounidense en hacer pública su declaración de impuestos, exigencia planteada por la opinión pública tras el escándalo que obligó a la candidata demócrata a la vicepresidencia, Geraldine Ferraro, a informar sobre las rentas de su esposo.
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