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La visista de Dom Mintoff a Londres relanza los rumores sobre la renuncia del líder maltés

Soledad Gallego-Díaz

Dom Mintoff, el irascible y popular primer ministro de Malta, se entrevistó ayer en Londres con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, oficialmente para discutir un nuevo acuerdo comercial e interceder en la disputa entre el Reino Unido y Libia. Sin embargo, fuentes oficiosas señalan que podría tratarse de una visita de despedida. Desde hace algunos meses medios diplomáticos británicos especulan con la posibilidad de que Mintoff, de 68 años de edad, delegue en su mano derecha y ministro de Educación, Carmelo Mifsud Bonnici. El viaje de Mintoff, primero en siete años, se produce en unos momentos especialmente conflictivos para el político maltés. El primer ministro se ha enzarzado en una violenta disputa con la Iglesia católica a propósito de la enseñanza privada, que recuerda pasados y duros enfrentamientos entre el Vaticano y La Valetta.

La Iglesia católica, confesión a la que pertenece la mayoría de la población de la isla, posee casi un tercio de las tierras productivas de Malta y 72 escuelas. En la historia reciente ha protagonizado tomas de posición políticas, como con las elecciones de los años cincuenta y sesenta, en las que la jerarquía católica pidió públicamente que se votara contra el Partido Laborista, dirigido por Mintoff. La campaña no impidió que los laboristas ganaran los comicios de 1971 y que desde entonces hayan sido reelegidos ininterrumpidamente.

La guerra entre la Iglesia y Mintoff parecía haber remitido cuando, en julio de 1983, el primer ministro abre un nuevo frente, anunciando que las escuelas confesionales debían ser completamente gratuitas, pese a no recibir subvención estatal. La ley fue aprobada por el Parlamento.

Mintoff cuenta con 34 diputados, frente a los 31 de los nacionalistas, gracias a un sistema electoral que le concedió la mayoría de escaños, pese a recoger un número de votos ligeramente inferior al de sus oponentes en los comicios de 1981.

El Parlamento aprobó también otra ley por la que el Estado podía desposeer a la Iglesia de algunas de sus propiedades. El arzobispo de Malta, Joseph Mercieca, recurrió ante los tribunales, que el pasado mes de septiembre declararon inconstitucional dicha ley.

Pocos días antes de que se iniciara el curso escolar, el ministro de Educación ordenó el cierre de ocho colegios católicos, a lo que el arzobispo respondió clausurando los 72 y pidiendo a los padres que se negaran a enviar a sus hijos a las escuelas estatales. La oposición convocó una manifestación a la que asistieron 60.000 de los 330.000. habitantes de la isla.

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Los incidentes más graves se registraron el pasado día 28 de septiembre, cuando un grupo de estibadores, arengados previamente por el ministro de Educación para que impidieran que la Iglesia "ignore las leyes", asaltó y destrozó el palacio arzobispal. No se produjeron heridos porque el edificio había sido previamente desalojado. El asalto provocó la intervención directa del papa Juan Pablo II, qué respaldó al obispo y pidió a los católicos de todo el mundo que "rezaran, por Malta".

Las espadas continúan todavía en alto, con todos los colegios privados cerrados y una huelga de maestros que protesta por la pérdida de puestos de empleo. Algunos observadores estiman que la dimisión de Mintoff ayudaría a resolver la disputa, pero la intervención directa de su posible sucesor en los acontecimientos del día 28 complica el panorama.

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