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Apoyo a Contadora en la conferencia de San José

Europa, con un pie en Centroamérica

Los países de la CEE entienden que la acción económica y social es la solución para los graves problemas de la zona

Andrés Ortega

La CEE no pretende, con estos contactos que ayer se celebraron a alto nivel, erigirse en mediadora para solucionar la conflictiva situación centroamericana ni abrir nuevas iniciativas políticas; pero sí ofrecer una válvula de escapé para los países de la zona e intentar evitar que la región se convierta en foco de enfrentamiento entre el Este y el Oeste, apoyando plenamente los esfuerzos del Grupo de Contadora.En un principio, Estados Unidos se había mostrado receloso ante la convocatoria de la reunión, de la que ha sido excluido, pero pronto perdió, al menos aparentemente , su desconfianza ante la modestia de las intenciones europeas.

Si la CEE, como conjunto, ha tenido poco que hacer hasta ahora en la zona, no ha sido éste el caso de algunos de sus países miembros. El más activo, sin duda, ha sido la República Federal de Alemania (RFA). Cabe recordar algo que no es muy conocido: la Fundación Friedrich-Ebert, que tenía contactos con los sandinistas nicaragüenses, proporcionó durante la revolución en aquel país líneas de contacto entre éstos y Washington.

Para Estados-Unidos, Centroamérica -y muy especialmente Nicaragua- es un problema "estratégico", señala un funcionario comunitario. La visión desde la CEE es diferente. Para la Comunidad, los problemas centroamericanos tienen su origen en los desequilibrios estructurales, sociales y económicos que imperar en la región, y no en una dimensión Este-Oeste.

De aquí que de cara al futuro, pero también en el pasado inmediato, el esfuerzo de la CEE se centre en que los países de la zona salgan del atolladero por sí mismos -con cierta ayuda económica-, sin injerencias políticas ni militares externas, lo que también significa sin intervención norteamericana, respetándose las, fronteras y los derechos humanos e insistiendo en la democratización de los regímenes. En este contexto, la CEE ha expresado sus esperanzas ante las declaraciones del presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte, sobre la promoción del respeto a los derechos humanos y las perspectivas de elecciones libres en Nicaragua, aunque entre los diez no se da un pleno acuerdo sobre el valor de esta convocatoria a las urnas.

El comisario de la CEE encargado de las relaciones con el Tercer Mundo, Edgard Pisani, que participó como tal en la reunión, señaló unos días antes que "Europa no tiene intención de lanzarse en una cruzada contra Estados Unidos" en la zona, y habló de la presencia de Europa como "testigo y como cómplice". Para otro diplomático europeo los países de la CEE colaboran también con este esfuerzo para intentar solucionar o desactivar conflictos que ocurren fuera de la zona cubierta por la OTAN. La postura de la CEE, repetida en varias ocasiones, no consiste en tomar nuevas iniciativas políticas propias, sino en construir sobre lo que ya existe: el plan puesto en marcha por el Grupo de Contadora. Este plan ha sido aplaudido por la CEE, y el hecho de que Nicaragua lo acepte ha sido calificado de "muy importante" por fuentes comunitarias.

Equilibrio de poderes

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"Piénsese que la CEE, con España y Portugal, es el único gran grupo al que pueden acudir estos países si quieren evitar el tener que apoyarse directamente en EE UU o en la URSS, a través de Cuba", manifiesta un diplomático europeo, añadiendo que la Comunidad puede ser útil para ofrecer una visión paralela y evitar a estos países una opción ideológica directa". El propio ministro de Asuntos Exteriores de Colombia señaló recientemente que "la mera presencia de Europa introduce un equilibrio de poderes".

Por su parte, el presidente en ejercicio del Consejo de Ministros de la CEE, el irlandés Peter Barry, recordaba, en nombre de la Comunidad, esta semana, desde la tribuna de las Naciones Unidas, esta línea de pensamiento de la CEE frente al polvorín centroamericano: "Los diez están convencidos de que los problemas de América Central no pueden resolverse por medio de la fuerza armada, sino sólo a través de una solución política que salga de la propia región". Es un discreto aviso a EE UU. Y se puede recordar que la invasión norteamericana de la isla de Granada fue criticada por diversos países europeos.

El diálogo está ya institucionalizado y no se limitará, pues, a contactos bilaterales entre países. Éstos proseguirán, sin embargo, y hay países más activos que otros -la RFA, Holanda y Bélgica, a la cabeza- en razón de sus distintos intereses, ya sean económicos o políticos.

La CEE considera que una auténtica integración económica en América Central aumentará las posibilidades de crecimiento de esos países y llevará a reducir las tensiones al instaurar un clima de confianza mutua. Esto es lo que tratará de potenciar la CEE. Es la teoría funcionalista que está en los propios cimientos de la CEE. De hecho, la postura europea ya ha tenido ciertos frutos, al reunirse en agosto el Consejo del Mercado Común Centroamericano (MCCA) para debatir la reunión que concluyó ayer.

La Comunidad seguirá examinando la posibilidad de establecer un lazo contractual, sobre una base regional, con los países de la zona. Este objetivo ya fue discutido durante la reunión del pasado 21 de mayo entre representantes de la Comisión Europea y los embajadores en Bruselas de los cinco países implicados.

La CEE busca ahora reforzar el MCCA, fundado en 1960, pero que pocos resultados ha dado en la práctica. El diálogo entre la CEE y el MCCA ha dormitado, pero se revitalizó en 1981a raíz de la visita de un miembro de la Junta nicaragüense a Bruselas, y posteriormente, en los últimos meses, de los presidentes de Costa Rica, Luis Alberto Monge, y El Salvador, José Napoleón Duarte. El anterior presidente del Parlamento Europeo, Piet Dankert, visitó este año América Central y se entrevistó con representantes del Grupo de Contadora.

La CEE puede decir que ha tratado bien económicamente a Centroamérica, pero ésta no es la realidad. A corto y medio plazo, sin embargo, la solución no es comercial, estiman las fuentes europeas consultadas. La CEE es el segundo cliente, detrás de EE UU, del MCCA, al que compró un 22% de sus exportaciones en 1982. Su café y sus plátanos entran en buenas condiciones arancelarias en la CEE, pero no se les aplica la cláusula de país más favorecido. Un 39% de las plátanos y un 17% del café importados por la Comunidad provienen de estos países centroamericanos, con los que en 1983 tuvo la CEE una balanza comercial deficitaria de unos 350 millones de dólares. La CEE les vende maquinaria, acero y productos químicos y farmacéuticos.

La ayuda económica de la CEE como Comunidad (es decir, sin contar lo que los Estados miembros aportan por separado) se centra actualmente en proyectos de desarrollo regional, alcanzando en 1983 la cifra de 30 millones de dólares. Para la Comisión Europea, el establecimiento de un acuerdo marco tendría poca utilidad de no ir acompañado de un aumento de la ayuda. La RFA pide doblar su montante, pero las cajas de la Comunidad están vacías, y estos países no figuran, además, entre los más pobres del mundo. América Central estima necesitar 10.000 millones de dólares al menos para reequilibrar sus economías, basadas en la exportación de materias primas como las ya mencionadas, lo que dificulta su desarrollo económico.

Por el momento, se ha abierto un sendero. "Se trataba de iniciar un proceso, y no de concluirlo", manifestó, modestamente, un diplomático la CEE. Tras el gran estreno que fue la reunión de ayer, queda, sin embargo, mucho por hacer si la CEE quiere realmente tener un papel eficaz en aquella zona del mundo.

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