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La política exterior española frente a la Alianza Atlántica

Los vaivenes de un intelectual antiatlantista

La mayor preocupación del ministro de Exteriores en la crisis que nunca existió, de julio pasado, fue dejar claro para la historia que no creía haber cometido un "error Morán". Atrapado por las contradicciones entre su pensamiento antiatlantista y las realidades de la política, este diplomático de 58 años parece obsesionado por salvar su responsabilidad: llueven sobre él las críticas desde dentro del PSOE y del Gobierno, está fuera del pequeño gabinete de íntimos que rodea al presidente -Alfonso Guerra, Miguel Boyer, Narcís Serra-, y, en estas circunstancias, el ministro de Exteriores ha acentuado su postura contra la integración militar de España en la OTAN.El pensamiento de Morán respecto a la cuestión atlantista no es tan rectilíneo como parece: en cinco años ha evolucionado desde la consideración de la OTAN como el mayor peligro de satelización de España -y de condicionamiento para la alternativa socialista-, hasta la aceptación matizada de la adhesión política a la Alianza y la negativa a la integración militar, manteniendo, en todo caso, la relación bilateral con Estados Unidos. Defensor permanente de la necesidad de mejorar relaciones con Europa -y sobre todo con Francia-, ha girado mucho en lo que se refiere al norte de África, desde la defensa de un Estado saharaui como "la mejor espalda de Canarias", hasta el máximo apoyo al rey Hassan II de Marruecos.

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Morán, que se incorporó al PSOE en 1977 (procedente del PSP), tuvo poco eco en el entorno de Felipe González y se acercó al sector crítico. No quiso participar en la candidatura intentada por Enrique Tierno a la ejecutiva del PSOE, tras el vacío dejado por Felipe González en el 28º Congreso; sí se integró, en cambio, en el equipo de Luis Gómez Llorente para el congreso extraordinario, que obtuvo sólo el 7% de los votos. Morán se alejó de los críticos, comenzó a ser llamado a la sede del partido como asesor y publicó el libro Una política exterior para España. La presentación de éste fue uno de los escenarios elegidos por Felipe González para pronunciar su famosa frase: "Si España entra en la OTAN por mayoría simple, saldrá por igual mayoría".

En su libro, el intelectual Fernando Morán consideraba que incorporarse a la Alianza Atlántica supondría optar por el peor alineamiento y satelización de España, sin añadir nada a la defensa de nuestro país; defendía el mantenimiento de la vinculación bilateral con Estados Unidos, procurando "un mayor grado de autonomía"; advertía que los escenarios de conflicto de España no coinciden con los de tensión entre bloques, como Canarias y el norte de África; y recomendaba para España una opción de defensa propia, ayudada por acuerdos de cooperación militar con Portugal y Francia. La crítica a este libro en EL PAÍS fue firmada por Fernando Claudín, quien ya mencionaba, un mes antes del golpe del 23-F, la conveniencia de incluir a España en el sistema de defensa occidental.

Las declaraciones públicas de Morán en 1981 muestran la coherencia de su pensamiento en la línea contra la OTAN: entendía ese tema como "el eje de constitución de la gran derecha"; consideraba imposible" que los Estados del Atlántico norte concedieran a España el derecho a mantenerse como país desnuclearizado (El Socialista, 5/8/81); y no ocultó su nula influencia en la campaña del PSOE "OTAN, de entrada no", al declararse "sorprendido" por dicho eslogan. Morán, cuñado de entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, analizó críticamente la actuación de su pariente, de quien dijo que se había quedado sin política exterior desde que Giscard d' Estaing frenó el ingreso de España en la CEE, "y esto, que es un fracaso importante ante una próxima campaña electoral (...)lo intenta ocultar el Gobierno con la operación OTAN" (EL PAÍS, 15/9/81).Situación 'a la francesa'

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La actitud rectilínea de los años previos al poder sufrió una matización importante en el verano de 1982. Morán lanzó una propuesta concreta en la universidad de Santander: convenía integrarse a la francesa en la Alianza Atlántica, porque, siendo miembro de la OTAN, Francia no participa en el mando militar conjunto. Rápidamente explicó la razón de aquel giro: "Los partidos que acceden al poder deben asumir las obligaciones internacionales de los Gobiernos precedentes para evitar la inestabilidad". Esta tácita aceptación de los hechos consumados -España se había adherido a la Alianza pocos meses antes- se completaba con dos indicaciones más: las decisiones internacionales son modificables a largo plazo mientras que a medio plazo convendría "reflexionar a partir del escalón francés".

Cuando inició el giro de posiciones, el PSOE preparaba su acceso al poder, que se consumó tras las elecciones legislativas del 28 de octubre de 1982. Como ministro in péctore, Morán confirmó el giro moderado: "La postura del PSOE no es anti-OTAN, pero no consideramos conveniente ni necesario a España el integrarse en la organización militar, ni siquiera hemos considerado necesario adherirla a la Alianza". Reiteró la voluntad de referéndum, aunque sin dejarse acorralar por el plazo, "porque debemos tener en cuenta que esta decisión no debe contribuir ni a la inestabilidad interna española ni a la inestabilidad de la Alianza".

Tras ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores, presentó en Bruselas la declaración de intenciones del nuevo Gobierno socialista, el 9 de diciembre de 1982: "España es un miembro fiel, sólido y cooperador de la Alianza y respetará las obligaciones contraidas al adherirse al tratado de Washington". ( ... ) "El Gobierno español respetará los compromisos contraidos al adherirse a la OTAN y procederá a un estudio profundo de las consecuencias políticas y de defensa de que ello comporta, a fin de que el pueblo español tenga los elementos suficientes para hacer saber su opinión".

Y, según EL PAÍS (10/12/82), añadió sobre el referéndum: "Fechas fijas, ni para casarse". Negó que la pertenencia a los distintos comités aliados significara una integración militar de España, y aseguró que la integración de España en la CEE no dependía de las relaciones con la Alianza Atlántica.

Todas estas declaraciones fueron sustituidas por el silencio cuando Felipe González anunció, a comienzos de mayo de 1983, su "comprensión" respecto a las decisiones aliadas para instalar misiles de alcance medio en Europa. La divergencia entre el ministro y el presidente fue resuelta por el vicepresidente, Alfonso Guerra, quien evitó así la consolidación de una fisura. Morán comentó lacónicamente: "El presidente del Gobierno es quien marca la orientación de la política exterior". No cambiaron las cosas tras la visita de Felipe González a Estados Unidos, a finales de junio de 1983, aunque el jefe del Gobierno confirmase a los españoles, en medio de esa visita, la voluntad de celebrar un referéndum sobre la cuestión de la OTAN, mencionando la posible fecha de 1985. "Mientras exista la tensión del despliegue de los cohetes", había dicho Morán poco antes, "no parece el momento más indicado para la consulta".

Con el lapso de un año, Fernando Morán ha hecho dos declaraciones a la revista Tiempo sobre el mismo asunto (pertenencia o no al Comité Militar de la OTAN), pero la primera fue menos rotunda que la segunda. En septiembre de 1983 afirmó que el margen de autonomía de España sería mínimo dentro del "cuadro militar", y añadió: "No menoscabamos la posición occidental, en absoluto, si no entramos en la organización militar. Más difícil es la salida de la Alianza. Lo que yo creo que no nos podemos permitir, ni nos lo iban a permitir, es una declaración neutralista". Un año después, y tras nuevas reafirmaciones sobre la conveniencia del referéndum "para mantener la credibilidad del Gobierno", las declaraciones a Tiempo han acentuado severamente esa posición: "España tiene que abandonar el Comité Militar de la OTAN", añadiendo que no consigue comprender "cómo se puede sostener que no formamos parte de la organización militar estando dentro de este comité". Declaraciones que no eran un mero accidente, puesto que pocas semanas antes había hecho otras similares.

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