EL 75% de los patrimonios, un tercio de las ventas y una de cada tres empresas escapan al fisco
El fraude fiscal, cuya denuncia pública desde esferas oficiales casi se ha limitado al impuesto sobre la renta, afecta en tanta o mayor medida a otros tributos. La ocultación a efectos fiscales de beneficios o ventas por las empresas, la de patrimonios personales y la de comercio exterior disminuyen cada año la recaudación de Hacienda en cerca de medio billón de pesetas, según documentos hasta ahora reservados y que han sido enviados al Parlamento.
El impuesto sobre la renta es burlado por el 20% de los ingresos anuales de los asalariados, el 63,4% de los trabajadores autónomos y el 80,2% de los del capital, cifras avanzadas en los últimos meses y que parecen hurtar al fisco un billón de pesetas. Pero también permanecen ajenas a las obligaciones fiscales una de cada tres empresas, el 75% de los patrimonios personales - y la tercera parte de todas las ventas sujetas al impuesto de tráfico de empresas. Las estimaciones sobre el alcance del fraude fiscal empezaron a situarse en un billón de pesetas anual con motivo de los trabajos que rindió en marzo de 1982 una comisión oficial creada el año anterior para evaluar este fenómeno en el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF). En julio de 1983 una subcomisión de aquella actualizó la investigación, y sus conclusiones, de las que podía desprenderse que el billón salía sólo del IRPF, fueron utilizadas por las autoridades fiscales en marzo último (véase EL PAÍS de 14-3-84) para revelar que uno de cada cuatro contribuyentes no declara (el 60% de los profesionales, el 20% de las personas jurídicas y el 75% de los agricultores).
Nuevas conclusiones .
Sin embargo, en el seno del Instituto de Estudios Fiscales, encabezado por el presidente de dicha -comisión, César Albiñana, han funcionado también en los dos últimos años diversos grupos oficiales de trabajo sobre otros impuestos. Sus conclusiones no han sido publicadas ni reveladas públicamente por las autoridades hasta ahora, cuando han llegado al Congreso de Diputados con motivo del próximo debate de la ley de represión del fraude fiscal. Aparte de concretar el reparto de las estimaciones sobre la ocultación en el IRPF (las rentas de 1980 no fueron declaradas al año siguiente por el 13,3% de los asalariados ni el 22% de los trabajadores autónomos, si bien la ocultación total asciende al 80,2% en las rentas del capital, el 63,4%. en las de agricultores y otros trabajadores autónomos y al 29,4% o 20,2% en los asalariados, según se mida), dichos trabajos revelan igualmente altos niveles de defraudación en otros impuestos.
Otro medio billón
Para el conjunto de estos impuestos estudiados, cuya recaudación total supera la del IRPF, el fraude anual ronda el medio billón de pesetas, según estimaciones siempre tentativas, pero que en algún caso han sido superadas por la realidad. Así, el grupo de trabajo para los impuestos sobre las ventas no apreció ocultación en los impuestos especiales y sobre el lujo, mientras la campaña de inspección efectuada a finales del año pasado detectó que "el punto más escandaloso era el impuesto sobre el lujo, en el que, de un total potencial de 30.000 contribuyentes, 22.000 eran desconocidos para la Hacienda pública", según declaró en el Congreso de los Diputados unas semanas antes de ser cesado el anterior secretario de Estado de Hacienda, José Sevilla. En síntesis, en los documentos parlamentarios aparecen las siguientes conclusiones:Impuesto sobre sociedades No declaran por este tributo sobre los beneficios el 36% de las entidades jurídicas obligadas. Si se descuentan 10.000 empresas carentes de establecimiento permanente y otro 5% por errores e inclusiones indebidas, aún quedarían 45.000 sociedades. Entre las más sospechosas figuran las pequeñas empresas, las 3.000 cooperativas exentas hasta 1979, 16.000 sociedades de comercio minorista, 12.000 mayoristas, 8.000 de transporte y 1.000 de alimentación. Aun considerando corno reales el 75% de las pérdidas declaradas, es decir, 300.000 millones de pesetas, la ocultación de bases supondría en cuotas de 1983 unos 245.000 millones de pesetas, sin contar empresas financieras, donde sólo dejan de declarar el 3%. Por sectores, la industria declara el 63% de sus excedentes y actividades, y los servicios, el 37%, y "puede afirmarse que los empresarios agrícolas no están gravados por el impuesto".
-Impuesto sobre el patrimonio y sus transmisiones. Aunque aquí las estimaciones son todavía más difíciles y afectan a unos tributos con escasa recaudación, el contraste entre el patrimonio total supuesto (37,4 billones de pesetas de 1980) y el declarado (9,5 billones) queda en el 25,4%. La mayor ocultación radica en los depósitos bancarios, declarados sólo el 12,8% (1,2 de los 10 billones supuestos), y en las acciones y participaciones sin cotización bursátil, declaradas en un 22,6% (1,5 de los 6,9 billones supuestos).
Fraude en los consumos
Impuestos sobre las ventas. Las ventas declaradas a efectos del impuesto sobre tráfico de empresas (tributo cobrado por éstas y repercutido al consumo) representan los dos tercios de las que debían declararse. En pesetas de 1979, cuando el tipo general de gravamen era del 2%, la mitad del actual, la ponencia estimó el fraude en 100.000 millones de pesetas. Los impuestos especiales y del lujo (gasolinas, automóviles, tabaco, alcoholes, que entonces recaudaban algo menos de 300.000 millones de pesetas, la mitad que ahora) fueron considerados exentos de fraude, lo que indujo a no estimarlos con minuciosidad en el estudio.-Impuestos y desgravaciones sobre el comercio exterior. El fraude durante 1981 fue calculado en 46.066 millones de pesetas (15.902 por contrabando, 12.845 por desgravación, fiscal a la exportación y 17.319 por importaciones). Sobre dichas cifras, que algunos medios de Hacienda consideran altamente subestimadas, el autor del trabajo, Enrique Espejo, alto cargo de Aduanas, calculó un fraude recuperado de 19.868 millones de pesetas, con lo cual el oculto habría quedado en el 56,87% de la cantidad inicial.
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