Economía y pacifismo / y 2
España sufre también, de toda esta irracionalidad, sus consecuencias, pero a ello hay que añadir su muy particular comportamiento económico especulativo, que ha tocado techo, sin posibilidad de desahogo, poniendo de manifiesto la carencia de una sólida estructura en lo industrial y en lo comercial, agravada su situación por la crisis de los países receptores de su escasa y no competitiva producción, cuando éstos toman a su vez medidas de defensa de su propia y difícil producción frente a la foránea. España tiene que reconstruir una estructura económica sobre nuevas bases de competitividad, de igualitaria presión fiscal, de financiación encarecida, y al mismo tiempo tiene sobre sí la demanda de ingentes necesidades de mejora de la mayor parte de sus servicios en infraestructuras elementales de las que aún carece en amplias zonas del territorio. Si la crisis de los países altamente industrializados es grave, pero en parte descargable en terceros, en nuestro país dicha crisis, tan grave o más, es de imposible desplazamiento, teniendo según algunos que esperar su recuperación de la hipotética reactivación de los mercados exteriores, hacia los que mira ansiosamente, y los que la observan a su vez con mucha cautela.Los neoliberales
Ello obliga, según los neoliberales, a que en España la política de recuperación tenga que caer sobre la espalda de la clase obrera, sobre las capas asalariadas, salvando ciertas distancias, como en la mayoría de los países en vías de desarrollo. Con el peligro indudable que esto comporta, y que en otros países se afronta mediante puras medidas represivas desde la clase deminante, comprometida internacionalmente en el mismo proceso, y que en nuestra zona se conjura por medio del papel mediador-congelador de las organizaciones de centro-derecha, pues no otro es el cometido que están desarrollando los llamados socialismos italiano, francés, ibérico y griego, tan hábilmente utilizados por las respectivas oligarquías para hacer el .Más sucio trabajo.
La lucha contra la inflación
La lucha contra la inflación se hace a costa del salario, del paro y de la calidad de vida del ciudadano, con el postergamiento de las mejoras de servicios indisperisables.
Con la injustificable intocabilidad de las estructuras, se acomete la financiación de la reconversión del capitalismo y la reindustrialización desde el presupuesto del Estado, junto con la permanente cadencia de aumento de los gastos militares y defensivos, como directriz de las líneas maestras de la actual economía europea, que, traducildas estas medidas al lenguaje popular, significan ni más ni menos que son los sectores no favorecidos, los de siempre, los que tienen la crisis sobre sus espaldas en áreas tan concretas como la pérdida del empleo, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios para quienes aún conservan el puesto de trabajo, presión fiscal ineludible, congelación de las mejoras e incluso reducción de servicios públicos, inseguridad, en suma, que se tiene que traducir inevitablemente en agresividad social, delincuencia juvenil, drogadicción, mayores distancias sociales entre clases y lamentable desconfianza en los, sistemas políticos democráticos parlamentarios y sus intérpretes, con evidentes tentaciones represivas, unas desde el ángulo del poder, y parafascistas las otras desde las clases conservadoras. Y este fatídico circuito es a su vez trasladable, en su dinámica, a la propia relación entre países dominantes y dominados, que salen de las crisis más enriquecidos y prepotentes los primeros, y más empobrecidos y humillados los segundos. Esta es la consecuencia lógica de la economía de, por y para guerra, de su despilfarró económico, de su mal disimulada dictadura política y de su maniquea posición ideológica.
Otra política económica
Y, evidentemente, hay otra política intemacional, y, en consecuencia, otra política económica. Hay alternativas en ambos campos. Hay otro modelo de relaciones internacionales para un pequeño país soberano y amistoso con todos los pueblos de la tierra, y hay otro modelo de comportamiento económico para un pequefío país necesitado de administrar su riqueza sin poder permitirse los lujos del despilfarro bélico, tan necesitado de lo más indispensable y con estructuras económico-patriarcales de esencia anacránica. Si por lógica la burguesía trata de salir de la crisis recuperando su tasa de ganancia y manteniéndola privatizada, pese a su financiación pública y pese al esfuerzo generalizado de que se beneficia, los socialistas hemos de recuperar esa tasa de ganancia, pero generalizando la misma con medidas evidentemente distribuidoras tanto del esfuerzo como del producto. A dinero público, gestión pública, utilidad pública.
El aprovechamiento de la crisis
Si de la crisis internacional bélico-económica se está haciendo un macabro aprovechamiento por cada uno de los imperialismos en liza para mermar nuestra independencia política y económica, se ha de dar la respuesta con una relación de amistosa cooperación y de digna reciprocidad, pero con plena afirmación de nuestro soberano derecho a la independencia nacional, sin el cual la crisis económica se convierte en crisis política, cerrando un fatídico círculo. Se ha de dar respuesta con una reorientación de las prioridadesde nuestra economía, que no son el mercado del armamento y la complicidad en el crimen, y menos aún el convertirnos pólítica, económica e ideológicamente en una colonia yanqui.
El chantaje económico-político es inocultable y hasta grosero en boca del señor Luns, del señor Kohl, y hasta del señor Craxi, como portavoces del señor Reagan, en connivencia de intereses con un Ejército menos patriótico de lo que aparenta y una oligarquía servil al dólar. Cuanto más se ceda al mismo, más difícil resultará tener una política económica libre y soberana, democrática y progresista.
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