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El desarrollo de la entrevista Gromiko-Shultz sugiere una lenta mejoría del clima entre las superpotencias

Los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos y de la Unión Soviética, George Shultz y Andrei Gromiko, conversaron en la mañana de ayer, en Nueva York, sobre el futuro de las relaciones entre las dos superpotencias, con un ambiente de gran cordialidad. Por otra parte, Gromiko hablará hoy ante la 39ª Asamblea General de la ONU, donde se espera un discurso que dé el nivel de la receptividad de Moscú a las ofertas de reanudación de diálogo expuestas el pasado lunes, en el mismo foro, por el presidente de EE UU, Ronald Reagan. El dirigente soviético conversará luego con el candidato demócrata a la presidencia de EE UU, Walter Mondale, antes de entrevistarse el viernes, en la Casa Blanca de Washington, con el presidente Reagan.

El encuentro tuvo lugar en la sede de la representación norteamericana ante la ONU, en presencia de altos funcionarios de los dos países interesados. "Hemos mantenido una conversación global que ha tenido como fondo nuestra próxima entrevista en Washington", dijo George Shultz al término de la entrevista. Por su parte, Gromiko se limitó a decir que "las conversaciones no han sido totalmente completas".Fuentes oficiosas estadounidenses estimaron que esta entrevista constituye "un buen punto de partida". En cambio, la agencia soviética Tass no detectó "ningún cambio positivo" en la actitud del representante de EE UU sobre los grandes problemas de la política internacional. La misma fuentes indica que Gromiko dijo a Shultz que Moscú "no permitirá" a Washington "romper el equilibrio de fuerzas establecido".

Cambio visible

Aunque es un hecho visible que la atmósfera ha variado entre Washington y Moscú, tanto en el tono más moderado de las críticas de Reagan a la URSS, como por el gesto de Grorniko de reanudar sus contactos periódicos con Shultz o acceder a dialogar con Reagan, queda todavía pendiente la estructuración de las áreas en que soviéticos y norteamericanos podrían avanzar en pro de la distensión.

Los expertos en relaciones Este-Oeste y una gran parte de las delegaciones diplomáticas presentes estos días en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la ONU, consideran que el proceso será largo. Nadie intuye que se formalice rápidamente un posible ecuentro en la cumbre entre el presidente Reagan y el premier soviético, Konstantín Chernenko.

Shultz y Gromiko, a lo largo de tres horas de conversaciones, probablemente pasaron revista a la situación actual, marcada por un neto deterioro en materia de relaciones EE UU-URSS desde la llegada al poder de Ronald Reagan, en enero de 1982, que alcanzaron su punto más bajo con el portazo de Moscú a las negociaciones de Ginebra. Dichas conversaciones sobre reducción y control de armas nucleares de alcance intermedio (INF), qudaron suspendidas en diciembre de 1983, cuando EE UU y sus aliados de la OTAN procedieron a instalar los euromisiles en Europa occidental, como respuesta a los SS 20 instalados en años pasados por la parte soviética.

Hoy, tras la oferta conciliadora expuesta por Reagan en la ONU, soviéticos y estadounidenses parecen dispuestos a buscar nuevos campos de negociación en materia de armas nucleares. Es probable que los primeros pasos vayan hacia el compromiso de negociar la prohibición de armas espaciales, marginando, por el momento, el escollo que supone la negociación sobre euromisiles.

El gesto de Reagan hacia la URSS, que llega en momento preelectoral en Estados Unidos, ante la próxima elección presidencial del 6 de noviembre, ha sido criticado por la agencia de noticias soviéticas Tass, que lo ha calificado de "retórica electoralista". Pero los analistas estadounidenses de los asuntos soviéticos opinan que se trata de una primera reacción un tanto visceral, y que, en materia de relaciones EE UU-URS S, la lentitud es la tónica habitual.

Diálogo encarrilado

En cualquier caso, el diálogo parece estar otra vez encarrilado, aunque no se vislumbren resultados inmediatos. Resulta significativo que Ronald Reagan consultara previamente a Henry Kissinger, ex secretario de Estado y uno de los hombres que fue artífice de las conversaciones periódicas con la URSS, tanto en asuntos de armamentos como en otros temas. Reagan también habló con el ex presidente Richard Nixon en Nueva York, confirmando la posible tendencia de que si Reagan gana la elección presidencial de noviembre, las relaciones entre EE UU y la URSS volverán a sus viejos cauces de diálogo, estimulados desde la Casa Blanca a principios de la década de los años setenta, cuando Nixon era presidente y Kissinger su secretario de Estado o responsable visible de la política exterior norteamericana.

Desde la oposición al presidente Reagan, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Walter Mondale, no deja de criticar, quizá no sin razón, que es un tanto sospechoso el hecho de que Reagan, después de casi cuatro años en la presidencia, tenga ahora tanta prisa -a un mes y medio de las elecciones en EE UU- para reactivar sus relaciones con la URSS.

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