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El Gobierno Peres-Shamir decide reducir el presupuesto israelí en 1.000 millones de dólares y devaluar el shekel

El Gobierno Peres-Shamir decidió, tras su primera reunión del domingo, y a propuesta del nuevo ministro de Finanzas, Isaac Modai reducir el presupuesto gubernamental en un 5%, es decir, en 1.000 millones de dólares (17.100 millones de pesetas) y devaluar la moneda israelí, el shekel, un 9% en relación al dólar.

Simón Peres y su eqtápo parecen haber decidido actuar deprisa, sin dudas, para no dar pie a la especulación con la mioneda israelí, y sobre todo inciar lo más pronto posible la recuperación económica. En su próxima reunión, el Gobierno deberá estudiar y aprobar un plan económico de conjunto, llamado programa de austeridad, elaborado por una comisión interministerial. Este plan comprenderá, una serie de medidas destinadas a la vez a desarrollar las exportaciones y el ahorro, por una parte, y a reducir el consumo tanto público como privado privado por otra.Tras la devaluación del shekel, que ha hecho disminuir considerablemente la compra de dólares en el mercado negro, el Gobierno espera congelar precios y salanos e igualar, según palabras del ministro de Finanzas, el nivel de vida actual de los israelíes al que tenían en 1982. En la práctica, se trata de reducir el poder de compra real del 15% al 17%.

¿Cómo se va a conseguir que la población acepte esas medidas de austeridad? Sólo un acuerdo social negociado entre la Histadróuth (sindicato único, israelí), la patronal y el Gobierno permitiría seguir adelante.

El secretario general de la Histadrouth ha expresado, prudentemente, su acuerdo de principio, pero con tres condiciones: hay que asegurar el pleno empleo con un relanzamiento del crecimiento económico (el paro aumentó un tercio en los tres últimos meses y pasó del 4,4% al 5,9%); la congelación y el control de los precios debe ser algo más que una frase vacía; el peso de medidas de austeridad debe repartirse equitativamente entre el conjunto de la población israelí y debe afectar más a las capas acomodadas que a la clase trabajadora.

Todos son conscientes en Israel de que sin un programa de austeridad seriamente aplicado Estados Unidos no concederá una ayuda financiera suplementaria (cerca de 800 millones de dólares, unos 137.000 millones de pesetas) pedida por el Gobierno israelí, la cual es indispensable para concluir las últimas fases del saneamiento económico.

En este sentido, Simón Peresi que tenía previsto acudir a Washington la semana que viene, ha sido requerido para que aplace su viaje hasta octubre. Los dirigentes estadbunidenses quieren ver primero la puesta en marcha del anunciado programa de austeridad antes de entablar conversaciones políticas y financieras con el primer ministro israelí.

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Peres pidió a los miembros de su Gabinete que prepararan las reducciones de sus respectivos presupuestos en proporción a la importancia de su ministerio. El principal afectado por esta reducción será Isaac Rabin, porque el Ministerio de Defensa maneja cerca del 40% del presupuesto nacional israelí.

Rabin ha mostrado de golpe. por dónde van los tiros: "Si hay que cortar los gastos -y no se puede evitar- hay que recortar en primer lugar los presupuestos destinados a la colonización judía en Cisjordania antes de disminuir el presupuesto que financia la fabricación de nuestros tanques y aviones".

El ministro de Defensa reiteró su intención de retirar "lo más deprisa, posible" a los soldados israelíes del sur de Líbano. "Permanecer en Líbano", ha dicho Rabin, "es aceptar el estar sentados sobre una bomba de relojería".

En suma, el nuevo Gobierno da la impresión de estar decidido a seguir adelante, sin dejar para más tarde las decisiones dolorosas.

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