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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Elecciones en Marruecos

EL CENTRISMO, que ha ganado las dudosas elecciones (por las protestas de los participantes y por algunos asombros de observadores extranjeros) de Marruecos, tiene en este país el color del conformismo. Conformismo con la política regia, con la continuidad. En Marruecos, las elecciones tienen un carácter limitado. Sólo 199 escaños salen de las unías, mientras que otros 102 diputados son designados. Mohamed V intentó convertir su país en una monarquía constitucional (había otros vientos en el mundo: el triunfo de las democracias occidentales y el final del imperialismo). Hoy, la práctica política de Hassan II se encuentra más definida como un dirigismo, de palacio que como el resultado del normal desenvolvimiento de los partidos y fuerzas políticas.En esta ocasión, el partido vencedor se presenta verbalmente como una fuerza liberal conservadora. Lo conduce ahora Maati Buabid, antiguo primer ministro del rey -estimulado y dirigido por un hombre fuerte de palacio, Reda Guedira-, con sus 55 diputados de la Unión Constitucional, tomados enteramente -es la primera vez que concurre a las elecciones- de otro centrismo, el de la Reunión Nacional de los Independientes, que dirige Ahmed Osman, también antiguo primer ministro y cuñado del rey, que tiene que conformarse con 38 diputados de los 140 que tuvo (otros 15 se le han ido con un tercer centrismo de escisión, el Partido Nacional Democrático). De estos grupos centristas, a los que se sumarán algunos de los diputados de designación, saldrá la mayoría parlamentaria precisa para gobernar en coalición.

Pero, a pesar, de las dudas de la limpieza del proceso electoral, hay datos interesantes en estos comicios que merecen algunas reflexiones, lascuales indican algunos avances en la representación real de la sociedad marroquí. En primer lugar destaca el ascenso de los socialistas (Unión Socialista de Fuerzas Populares), que han duplicado sus escaños: de 16 a 34. Sus primeras declaraciones apuntan que, aun participando en el consenso establecido, en torno a la política de palacio, no parecen dispuestos a ser considerados como simple comparsa. Podría ocurrir que se les invitara a formar parte del Gobierno de coalición, para dar señal de alguna diversidad ,en el nuevo Gabinete. Pero hay tendencias que indican sobre todo que pueden jugar más bien un papel de oposición constructiva. Su escasa fuerza parlamentaria y la imposibilidad de establecer una alianza con el Istiqlal sitúan en un justo límite su posible influencia.

Otro dato novedoso en estas elecciones es el descenso de diputados experimentado por el Istiqlal. De sus 46 diputados anteriores ha pasado a tener sólo 23. Este hecho le ha convertido en el gran perdedor de las votaciones, y su significación marca un giro político en la vida marroquí. Es el entierro final de la utilización política del movimiento nacionalista en este país, que, en tanto que iniciador de dicho movimiento por la década de los años treinta, intentaba monopolizar para sí.

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De otro lado, es significativa también la llegada al Parlamento de dos candidatos del partido comunista y uno de Acción Democrática Popular, organización marxista-leninista que concurría por vez primera a las elecciones.

Aunque no parece que los resultados de las elecciones vayan a vanar sensiblemente el curso de los asuntos de Estado, sí plantean al menos nuevos ingredientes en el desenvolvimiento de la vida pública de este país. Nadie discute el instinto político del rey Hassan II. Muchos, no obstante, ponen en duda la sinceridad de sus planteamientos democráticos. En realidad, los partidos políticos han sufrido una dura represión en los 40 años de vida política de Marruecos, en los que la causa nacional de la guerra del Sáhara ha servido para desvirtuar gran parte de los conflictos sociales de un país con enormes desequilibrios en la distribución de la riqueza y donde una parte de la población lucha por mantener los niveles de subsistencia.

Marruecos sufre en estos momentos una crisis económica de grandes proporciones, para cuya salida necesita esfuerzos considerables. La modernización de un país con estructuras tan arcaicas no es tarea fácil, pero la evolución y el cambio hacia mecanismos democráticos parece ser el único camino posible, a menos que se quiera volver a las truculencias del pasado.

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