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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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A Dios rogando y con el mazo dando

Las instrucciones dadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe anatematizando contra la teología de la liberación son la culminación de un largo proceso inquisitorial que, si en sus inicios fue confiado a algunos obispos latino americanos bajo la dirección de monseñor López Trujillo y financiado por diversas fudaciones católicas privadas alemanas y norteamericanas, recibió un impulso notable con la llegada de K. Wojtyla al pontificado.El núcleo y los juicios fundamentales de estas instrucciones de la Curia vaticana ya fueron adelantados en otros escritos del propio cardenal Ratzinger. En particular, son importantes, por su dureza, unas observaciones realizadas en 1983 a los obispos peruanos y, más recientemente, una conferencia de este cardenal en la cual las cuestiones doctrinales se mezclaron con la denuncia explícita, citándolos por sus nombres, de los teólogos considerados sospechosos de desviacionistas. No es ninguna casualidad que dos de estos teólogos ya Iban sido convocados a Roma para dar cuenta de su pensamiento.

¿Cuál es el valor real de estas instrucciones? El largo escrito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reconversión moderna del Santo Oficio y heredera de la funesta Inquisición, no aporta una reflexión teológica seria sobre los contenidos de la teología de la liberación. Sorprendentelmente, estas instrucciones están viciadas de la misma superficialidad que pretenden condenar. Aparte de su extensión, fruto de múltiples repeticiones de los mismos juicios, la única originalidad relevante, desde el punto de vista eclesial, está en el invento que se hace de una, supuesta "teología marxista".

El marxismo en el centro

La teología de la liberación únicamente sirve de pretexto para realizar un amplio discurso ídeológico sobre los peligros del marxismo y volver a recordar, como hizo recientemente el episcopado español, las incompatibilidades que aquél tiene con el cristianismo.

El marxismo vuelve a estar en el centro de las preocupaciones de la Curia vaticana. Pero tampoco en ello encontramos ninguna reflexión original y novedosa. ¿A qué marxismo se refieren? Acaso les preocupa el marxismo aplicado mecánicamente por indigestión acrítica del materialismo dialéctico, o aquel otro que propone la construcción de una sociedad socialista democrática, pluralista, tolerante y laica. No pocos cristianos que nos proclamamos marxistas, por ser el marxismo la teoría más fecunda y útil para el análisis de la realidad y la elaboración de las estrategias para cambiar la sociedad, ni pocos,marxistas con otras tradiciones culturales podemos identificarnos con el modelo de Marxismo propuesto en estas instrucciones. Negar las hondas diferencias -como se hace en el documento- existentes entre las distintas lecturas del marxismo y las experiencias alumbradas al amparo de éstas es obrar de mala fe y demuestra poco rigor crítico. Paradójicamente, la condena en bloque de las categorías marxistas del análisis social representa una descalificación de parte del pensamiento de Juan Pablo II, el cual en múltiples ocasiones se ha referido a la alienación del hombre por el trabajo como un error grave de nuestras sociedades.

Según se desprende de estas instrucciónes, la última preocupación de sus autores, más allá del análisis de los contenidos de la teología de la liberación, es sancionar la salida sociopolítica que esta teología concreta para vencer la pobreza, opresión y dependencia económica de los países del Tercer Mundo. Por ello, este documento creará perplejidad y confusión en los países del Tercer Mundo. Cuanto más fuerte y combativo es el compromiso de buena parte de la Iglesia católica en aquellos países a favor de la justicia y la paz, el Vaticano, pensando en clave centroeuropea y con los ojos puestos en los países del Este -y en particular, en la cuestión polaca-, ofrece buenos argumentos políticos e ideológicos paraseguir perpetuándose aquellos intereses que son la última razón de la pobreza y misería de los países del Tercer Mundo. Aquí reside la gravedad, vergonzante, para muchos cristianos, de este documento.

Delirio teocrático

Las ansias restauracionistas de pasadas épocas de cristiandad alimentadas por Juan Pablo II se armonizan perfectamente con el delirio teocrático de Reagan. La resistente Nicaragua no deberá luchar únicamente contra los fusiles de la CIA: el Vatitano ha abierto un nuevo frente en la retaguardia. La condena de la teología de la liberación pone en serias dificultades a los cristianos comprometidos en las luchas populares de liberación. Muchos de ellos han tomado conciencia de la injusticia y opresión de sus pueblos a través de la profundización de una experiencia religiosa que ha surgidq de una fe vivida como encarnación con el dolor de los pobres y oprimidos. A partir de ello la catequesis ha ido desvelando a las comunidades cristianas, de honda religiosidad Popular, que la fe cristiana no puede ser proclamada al margerá de los pobres. El tomar partido por los pobres, el vivir sus esperanzas y compartir sus anhelos deviene un imperatívo de fe. La pretendida descalificación de la teología de la liberación, las acusaciones de desviaciones doctrinales, atribuyéndole juicios y afirmaciones que nunca han sido realizados por los teólogos de la liberación, pueden confundir y dificultar este proceso de conciencíación popular en los países del Tercer Mundo. Otra vez más, los grandes beneficiados serán los países del primer mundo, los mismos que hace años escucharon con preocupación las palabras de Rockefeller en un informe a la Trilateral: la teología de la liberación es uno de los movimientos más peligrosos contra los intereses económicos en América Latina.

Frente a la teología de la liberación, la instrucción vaticana ya anuncia la inmediata publicación de un nuevo documento (probablemente titulado Libertad y liberación) donde va a proclamarse cuál debe ser la auténtica interpretación de la teología de la liberación. La ortodoxia romana no está dispuesta a tolerar la aparición y consolidación de experiencias particulares en las iglesias locales. Para vencer el pluralismo religioso, la Roma católica apela de nuevo a la unidad en torno a un único magisterio escrito al dictado por los teólogos oficiales desde sus despachos y acatado por obediencia a la autoridad jerárquica. En definitiva, el proyecto eclesial de Juan Pablo II no está dispuesto a reconocer, como valientemente hizo hace poco el obispo Iniesta, que "la teología, la eclesiología, la ética, la espiritualidad y la pastoral, que vienen lastradas desde la burguesía y que en su tiempo prestaron un servicio de mediación, hoy suponen más bien un estorbo y hasta una cárcel, un secuestro del Evangelio, del Cristo y de la Iglesia".

Jordi López Camps es secretario general de Cristianos por el Socialismo de España.

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