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El jefe del Estado búlgaro, Todor Yivkov, anula su visita a la RFA cinco días después de que lo hiciera Erich Honeeker

Cinco días después del aplazamiento sin fecha del viaje del dirigente de la República Democrática Alemana (RDA), Erich Honecker, a la República Federal de Alemania (RFA), se hizo público ayer en Bonn que también el jefe del Estado y del Partido Comunista de Bulgaria, Todor Yivkov, anuló su visita, prevista para el próximo día 19 de septiembre. Bonn considera que estos plazamientos responden al veto de la Unión Soviética.

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Irónicamente, un comentarista radiofónico recordaba ayer en Bonn la historia de los Diez negritos, que desaparecen uno tras otro. El Gobierno de la RFA se las prometía muy felices con un otoño lleno de contactos Este-Oeste que apoyaban la tesis del canciller democristiano, Helmut Kohl (CDU), de que, a pesar del estacionamiento de los euromisiles, el diálogo continuaba. De las cuatro visitas previstas a la RFA, sólo queda una. Primero fue Honecker, con el argumento de que la discusión en la RFA planteaba una situación indigna para su visita. Un ataque cardiaco acabó con la vida del viceprimer ministro soviético Leonid Kontandov, que tenía previsto un viaje estos días a Bonn. En la madrugada del sábado se comunicó al embajador de la RFA en Sofía la negativa de Yivkov. Tan sólo queda pendiente la visita del rumano Nicolae Ceaucescu, que, por su línea de independencia en su política exterior hacia Moscú, es probable que mantenga su viaje a la RFA, previsto para mediados de octubre.La renuncia de Yivkov se justifica con la referencia al empeoramiento de la situación internacional tras el estacionamiento de los euromisiles. El motivo resulta extraño porque los Pershing 2 llevan ya ocho meses listos para funcionar y la negativa búlgara se produjo 12 días antes del previsto para la llegada de Yivkov a Bonn. Fuentes del Gobierno ven en la negativa del dirigente búlgaro una confirmación de que el veto viene de Moscú, y consideran que esto corrobora la interpretación de que también Honecker renunció a su viaje a la RFA por imperativos soviéticos.

La negativa búlgara evita a Honecker una embarazosa situación ante la población de la RDA, que en un 80% recibe la televisión occidental alemana. Honecker quedaría como el menos soberano de los dirigentes de los países del Este europeo ante Moscú si incluso el fiel Yivkov venía a Bonn, mientras que el dirigente de la RDA tenía que anular su viaje.

Al mismo tiempo queda en entredicho la línea marcada por Kohl en el estacionamiento de los euromisiles, una especie de aquí no ha pasado nada, e intentar "una política de limitación de daños", mientras se mantienen e intensifican los contactos económicos entre la RFA y el Este. El Gobierno de Bonn ha quitado siempre importancia a las advertencias de Moscú sobre las consecuencias del estacionamiento de los euromisiles.

La formulación más tajante la recibió Kohl en su visita a Moscú, en julio de 1983, cuando el fallecido dirigente soviético Yuri Andropov advirtió contra una barrera de misiles atómicos que separaría a los alemanes de un lado y de otro. Estas previsiones se han confirmado, en contra del optimismo de Kohl y el Gobierno de centroderecha de Bonn que siempre sostuvo que el estacionamiento de los misiles obligaría a Moscú a negociar el desarme.

Hasta ahora ha ocurrido exactamente lo contrario: en la RDA y Checoslovaquia se estacionan nuevos cohetes y el diálogo directo parece interrumpido. Portavoces del Gobierno lamentaron ayer en Bonn la negativa de Yivkov y, declararon que precisamente en estos tiempos hay que mantener el diálogo y la cooperación. El presidente socialdemócrata Willy Brandt (SPD) declaró que "el Gobierno federal recoge ahora la cosecha de una política de excluir los problemas esenciales entre el Este y el Oeste".

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