Más presos políticos marroquíes en huelga de hambre tras la muerte de dos jóvenes
Otros seis presos políticos importantes, todos ellos miembros disidentes del partido socialista USFP, entre los cuales figura el ex presidente del colegio de abogados de Rabat Abderrajman Belamar, se encuentran también en huelga de hambre desde el pasado 6 de agosto, en solidaridad con los 35 detenidos de las revueltas del pasado enero, que se declararon en huelga de hambre en julio.Dos de esos detenidos, Mulay Duraidi, estudiante de 18 años, y Mustafa Belhawar, de 19, fallecieron el martes pasado, a consecuencia de la huelga mantenida, en hospitales de Esauira y Safi.
La muerte de ambos no ha sido confirmada oficialmente, como tampoco se han dado noticias sobre la lamentable situación física en que se encuentran, al parecer, los otros presos que mantienen la huelga de hambre. Se sabe, no obstante, que el ministro de Justicia marroquí, Mulay Larbi Alaui, ha recibido a un grupo de parientes de detenidos políticos que se encuentran en huelga de hambre.
La protesta fue iniciada el pasado 4 de julio por 35 detenidos de las revueltas de enero de este año, que reivindicaban ser tratados como prisioneros políticos, con la implícita posibilidad de recibir visitas y revistas en la cárcel. Solamente en Marraquech, de donde son originarios los dos jóvenes muertos, 30 estudiantes habían sido condenados a penas que llegaban hasta los 15 años de reclusión. Los disturbios causaron allí más de 20 muertos. Los dos estudiantes fallecidos habían sido condenados a ocho y tres años de prisión, respectivamente.
Fuentes del partido socialista marroquí han declarado que "la cordura y la altitud de miras deberían llevar a las autoridades a intervenir no sólo para poner fin a las condiciones que han originado la muerte de los dos huelguistas de hambre, sino a liberar a todos los detenidos políticos". Excepto esa declaración de circunstancias, la mayoría de los partidos políticos de oposición han silenciado o minimizado estas huelgas de hambre en las cárceles y las muertes.
La extensión de las huelgas de hambre en las cárceles corre el riesgo de crear una nueva tensión social, y en cualquier caso de minimizar los efectos psicológicos de la liberación, la pasada semana, de unos 350 detenidos políticos, entre ellos algunos históricos.
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