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Bélgica pedirá a París informes completos sobre los barcos que naveguen cerca de sus costas

"Vamos a exigir de nuevo a las autoridades francesas que nos faciliten toda la información sobre los barcos que naveguen en esta zona (próxima a las costas belgas). Queremos conocer la identidad de tales buques y su misión", manifestó ayer el secretario belga del Medio Ambiente, Firmin Aerts. Guy Lengagne, secretario francés para Asuntos Marítimos, reconoció que las autoridades francesas retuvieron información sobre el carguero que naufragó el pasado sábado en aguas del mar del Norte, hasta que pudieron valorar el alcance del accidente.

"No quisimos dar una información incompleta o errónea. Preferimos ser absolutamente precisos", manifestó el secretario. Este intercambio de declaraciones refleja el malestar que el choque y posterior naufragio del Mont-Louis con el transbordador Olau Britannia ha provocado entre los Gobiernos de Francia y Bélgica como principales países afectados. De hecho, las autoridades francesas no confirmaron que el carguero de su nacionalidad contenía 30 barriles de hexafluoruro de uranio hasta después de 24 horas de producirse el accidente. El material era transportado al puerto de Riga, con objeto de que fuera procesado en la URSS y devuelto a Francia una vez enriquecido.Como consecuencia de ese silencio, el Gobierno belga hubo de enterarse por mediación del grupo ecologista Greenpeace de la naturaleza exacta de los materiales transportados por el carguero naufragado, informa Andrés Ortega desde Bruselas. El hexafluoruro de uranio se considera, sin embargo, un material débilmente radiactivo, y los franceses no han infringido ninguna norma internacional, porque no es preceptivo comunicar la ruta que seguirá su transporte.

No obstante, el accidente del sábado alimenta una antigua polémica internacional sobre este tipo de materiales. El sindicato de los marinos británicos y la sección británica de Greenpeace han reclamado de inmediato un embargo general sobre el transporte por mar de todo tipo de sustancias nucleares.

El Gobierno francés continúa afirmando, entre tanto, que no existe ningún peligro real de contaminación del mar como consecuencia de este accidente, informa desde París Feliciano Fidalgo. Los representantes de París y Bruselas que han visitado la zona afectada -fuertemente protegida por sendos buques de guerra de ambas nacionalidades- corroboran esta opinión, y el laboratorio móvil instalado en el puerto de Ostende no ha encontrado hasta ahora más signos de contaminación que los producidos por el combustible que perdió el Mont-Louis.

Dos submarinistas inspeccionaron ayer el barco semihundido, que sigue flotando parcialmente sobre uno de sus flancos, y comprobaron que los contenedores se han "movido", aunque siguen "en buen estado", según informó el secretario francés Lengagne.

Esta inmersión marca el comienzo de las operaciones de rescate, contratado por la Compagnie Général Maritime (armadora del Mont-Louis) con dos sociedades especializadas: la holandesa Smit Ta, de Rotterdam, y la belga Union de Rémorcage et de Sauvetage, que serán remuneradas con un porcentaje del valor recuperado.

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Los expertos estudian la posibilidad de abrir boquetes en el barco para que escape el aire y la embarcación se vaya a pique. Ocurrido esto, los submarinistas podrán abrir el casco con sopletes especiales para sacar los contenedores.

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