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Betancur refrenda la tregua militar acordada con los grupos guerrilleros colombianos

El presidente de Colombia, Belisario Betancur, refrendó formalmente el domingo la tregua militar acordada por las guerrillas y la comisión negociadora, que deberá entrar en vigor el próximo jueves. El único paso que faltaba era precisamente la aprobación presidencia¡, que se hizo pública al término. de una jornada popular por la paz que convocaron los artistas colombianos a iniciativa del escritor Gabriel García Márquez.

En un mensaje a la nación, Betancur no vacilé en admitir la fragilidad del convenio suscrito, y por ello pidió la unidad de los colombianos para superar las dificultades que afronta el país en este histórico momento. Negó que en el curso del diálogo se hayan hecho concesiones secretas a los insurgentes, como sugirieron algunos parlamentarios de la oposición liberal. "Todo lo que fue convenido", enfatizó el presidente, "está sobre la mesa de negociaciones"."Nosotros tendemos la mano de la reconciliación, pero también la mano vigilante en la defensa de la seguridad de las personas". El tono de su discurso fue en general, tranquilizador para quienes consideran que en virtud de esta tregua el Estado se desarmó frente a las organizaciones guerrilleras. En apoyo de estos acuerdos negociados, mencionó que a casi tres. meses de haberse firmado un alto el fuego con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), de ideología marxista, "existen signos, no digamos definitivos, pero sí alentadores, de que allí hay algo más que un papel, hay un comienzo de paz". El presidente aludió al azote. de la violencia que durante 40 años ha conmovido los cimientos de la sociedad colombiana, hasta el punto de que dos generaciones crecieron a la sombra de terribles conflictos internos. Pero rechazó al mismo tiempo los análisis pesimistas para afirmar que aceptaba el reto de la paz "porque sabemos con qué gran pueblo contamos".

Otra laguna de su mensaje fue el tema del estado de sitio, reimplantado el 1 de mayo tras el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, a manos de los narcotraficantes. La persecución del negocio de la droga fue el motivo para aplicar esta medida excepcional, pero en los últimos meses ha servido también para allanar centros sindicales y detener a opositores políticos.

La normalización de la vida civil es una de las exigencias irrenunciables de la guerrilla para desactivar su máquina de guerra. Dentro de unos días sus principales dirigentes van a salir a los foros para participar en el diálogo nacional con un programa de izquierda que bien puede ser considerado subversivo por un ejército ultraconservador. Los líderes guerrilleros piden como garantía que la vida política esté en manos de los civiles y que el ejército se limite a cumplir su cometido constitucional de asegurar las fronteras y la integridad del territorio.

A falta de alusiones en su discurso dominical, Betancur aclaró la semana pasada, en vísperas de la tregua, que sólo levantará el estado de sitio cuando el Congreso apruebe una reforma a la ley de procedimiento penal, de manera que la justicia disponga de instrumentos idóneos para perseguir el narcotráfico.

Tanto el presidente como sus representantes en la comisión negociadora parecen decididos a que el estado de sitio no se utilice como arma contra los insurgentes ni contra los grupos de izquierdas.

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