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Obstáculos para la paz en Colombia

Alvaro Fayad: "La tregua no es la paz"

La tregua firmada con el Gobierno no es todavía la paz. Es un paréntesis que nos hemos impuesto para lograr civilizadamente una apertura democrática. No planteamos exigencias revolucionarias, sino algo parecido a lo que se hizo en España después de la muerte de Franco. Si eso se consigue, llegará la paz. Si no, tendremos que conquistar las reformas como sea. Por eso nos oponemos a entregar, las armas aún". Son palabras de Alvaro Fayad, segundo jefe del M-19, durante una entrevista realizada en Bogotá, bajo condiciones de clandestinidad, unas horas antes del cese de hostilidades.Este colombiano de ascendencia libanesa, licenciado en Psicología, fue uno de los fundadores del M- 19, en abril de 1970, junto a Iván Marino Ospina, actual comandante en jefe, y a los ya desaparecidos Jaime Bateman y Carlos Toledo Plata. En su portafolios de cuero lleva siempre una pequeña metralleta, apenas mayor que una pistola. De sus 36 años ha dedicado 14 a la guerrilla, tres de ellos en la cárcel de la Picota, de donde salió con la amnistía de 1982.

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"No hay bando derrotado"

Fayad rechaza que la tregua sea fruto de su propia debilidad. "Éste es un caso excepcional de negociaciones en un caso de guerra. Aquí no hay un bando derrotado. Por eso no se puede hablar de un proceso constituyente, ya que el régimen no se quebró. Pero el diálogo nacional tampoco puede ser un foro para levantar inquietudes, porque tampoco nosotros hemos sido aniquilados. Se trata de un nuevo camino, en un país que está al borde de la guerra civil, para buscar una solución a la crisis nacional mediante fórmulas imaginativas".

El M-19 reivindica que fue Jai me Bateman, el líder muerto hace 15 meses en un accidente aéreo, quien por primera vez planteó en 1979 un camino distinto de la guerra. "A raíz de la ocupación de la Embajada de la República Dominicana, nuestro máximo dirigente le dijo al país que era necesario dialogar entre todos para buscar caminos distintos de las armas".

"En aquella ocasión", dice Álvaro Fayad, "presentó una pro puesta de paz basada en cuatro puntos: levantamiento del estado de sitio que rige intermitente mente en Colombia desde 1946, amnistía general, establecimiento de una tregua y apertura de un diálogo nacional. A grandes rasgos, es lo que estamos haciendo con Belisario Betancur".

Con su predecesor, el liberal Julio César Turbay, no fue posible el diálogo. "Su única respuesta fueron dos amnistías que exigían nuestra rendición. Él estaba dirigido por su ministro de Defensa ,el general Luis Carlos Camacho Leyva , que soltó aquella frase de' O se rinden o los acaba mos'. Le contestamos que ni nos rendíamos ni nos humillábamos. El desprestigio de su Gobierno llegó a ser tan grande, con su mi litarismo y las violaciones a los derechos humanos, que durante la, campaña de 1982 el tema de la paz se convirtió en el eje central".

En su primer discurso a la nación, Betancur extendió tina mano a la guerrilla, anunció una amnistía y se comprometió a llevar adelante una apertura democrática. "Ese mismo día le hicimos saber que estábamos dispuestos a hablar con él donde fuera. Cuando salimos de la cárcel con la amnistía fuimos a la plaza de Bolívar, donde insistimos en nuestra voluntad de paz. Pero al mismo tiempo dijimos que eran urgentes las reformas y que para conseguirlas debía negociarse una tregua. El presidente nos contestó que la amnistía marcaba una raya y que no podía dar nuevos pasos".

A la amnistía siguieron meses difíciles. "Empezaron a pulular los grupos paramilitares. Durante el primer año de Betancur fueron asesinados 165 dirigentes populares y guerrilleros amnistiados; más que en el último año de Turbay, que fue el peor. El procurador general publicó una lista de 123 personas vinculadas con la organización MAS (Muerte a Secuestradores), que incluía a 42 militares, algunos de alta graduación, pero el presidente lo dejó solo".

"Enemigos agazapados"

"Hubo momentos en que temimos que no sería posible la paz Otto Morales, presidente de la Comisión de Paz, dimitió a comienzos de 1983 argumentando que dentro del Gobierno había enemigos agazapados contra el proceso de pacificación. El alto mando se oponía públicamente a cualquier paso. No sólo estaba contra el diálogo con la guerrilla sino contra cualquier apertura política y contra la desmilitarización de la vida civil. Nosotros insistimos en negociar directamente con Betancur y le dijimos que si él daba una orden de alto el fuego, responderíamos con la misma medida"_

Bateman estuvo empecinado en este proceso hasta su muerte. El escritor Gabriel García Márquez realizó gestiones para una entrevista en Nueva Delhi, adonde Betancur no viajó en última instancia. "Después del desgraciado accidente de Panamá, la nueva dirección asumió aún con más fuerza la propuesta de diálogo. La primera respuesta nos llegó a través del ministro Bernardo Ramírez, con quien me entrevisté en México".

El 8 de octubre del pasado año se celebró en Madrid un encuentro histórico entre el presidente Belisario Betancur y los máximos dirigentes del M-19, Iván Marino Ospina y Álvaro Fayad. Ahí quedaron sentadas las bases para las negociaciones posteriores que han conducido a esta tregua.

"Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) rompieron el acuerdo guerrillero de ir unidos a la negociación, y firmaron su propio convenio sin tener en cuenta más que el aspecto militar, no el popular. Nosotros dijimos siempre que la tregua no era para resolver el problema de unos guerrilleros, que no se trataba de silenciar los fusiles sin más, sino que eso tenia sentido para convocar a todo el país a fin de que se ponga de acuerdo sobre unas reformas".

¿Qué va a pasar ahora, cuando callen las armas el 30 de agosto? Una comisión del M- 19 participará en el diálogo nacional, procurando forzar todas las reformas que el país exige. Los combatientes seguirán en las mismas zonas, dedicados ahora a tareas políticas, a alfabetizar a los campesinos, a organizar programas de salud. Pero siempre muy atentos a la marcha del proceso, porque tenemos aún las armas".

Bastantes sectores dudan que el cese de hostilidades sea respetado por el Ejército y por las propias guerrillas. "El asesinato de Carlos Toledo Plata y de otros amnistiados demuestra que estamos dispuestos a dar la vida por esta paz. Ésa es nuestra garantía de que vamos a cumplir lo pactado. Pero detrás de nosotros hay una fuerza armada, y el Ejército sabe que tiene que respetar también la tregua, porque si no, se reanudar la guerra, aunque nos haya matado a nosotros".

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