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El 'factor edad', ausente de la batalla electoral

Durante la campaña electoral de 1980, que llevó triunfalmente al poder al republicano y conservador Ronald Reagan, los demócratas y la Prensa recordaron con insistencia el factor edad del presidente, que, por aquel entonces, contaba con 69 años. "De ser elegido", escribían muchos comentaristas, "sería el presidente de más edad que habrá tenido Estados Unidos". Hoy, cuatro años después, el factor edad queda casi excluido de la batalla electoral, manteniendo la tradición de respeto que impone en EE UU el cargo de la presidencia.Tan sólo algunos políticos, como el senador demócrata Edward Kennedy, han aludido el tema. "Con una nueva presidencia demócrata", dijo Kennedy al presentar al candidato Walter Mondale, en la pasada convención demócrata, en San Francisco, "el presidente Reagan no será el único anciano de este país sin problemas de retiro". Si Reagan gana en noviembre próximo -como es previsible, de acuerdo con los sondeos- puede estar en la presidencia de EE UU hasta los 77 años de edad.

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En plena forma física, para un hombre de su edad, con partes médicos que recuerdan periódicamente su buen estado de salud, y con inmediata divulgación de sus chequeos médicos, Reagan mantiene la imagen de un líder activo para quien los años no parecen pasar. Tampoco inquieta a los norteamericanos el hecho -difundido por sus propios consejeros- de que el presidente se duerma, de vez en cuando, en alguna de las reuniones con miembros de su Gabinete, o que ironice, con cierto sentido de humor negro, sobre eventuales bombardeos como mejor fórmula para resolver definitivamente las diferencias entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Ronald Reagan parece totalmente protegido ante sus críticos por la camiseta de teflon (material con que se fabrican sus chalecos antibalas) a la hora en que su Administración recibe denuncias por los escándalos de algunos de sus miembros; por los déficit presupuestarios; la carrera de armamentos; las incongruencias de algunas de sus declaraciones; o los errores en algunos de sus discursos y conferencias de prensa. Su adversario demócrata, el candidato Walter Mondale, evita -al menos por el momento- entrar en una campaña electoral personalizada. Ataca las políticas de la Administración Reagan, pero no a su cabeza visible, el presidente Ronald Reagan. El riesgo electoral parece ser demasiado alto.

De personalizar, la figura veterana de Ronald Reagan, el candidato demócrata Walter Mondale podría ayudar a galvanizar, aún más, el voto norteamericano de la tercera edad, o despertar la polémica objetiva de que, a fin de cuentas, también en el otro imperio mandan los líderes seniles, como Konstantín Chernenko, de 72 años.

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