La colocación de banderas por orden del gobernador civil provoca los primeros incidentes en las fiestas de Bilbao

La intervención de la Policía Nacional en la colocación de las banderas de España, Euskadi y Bilbao en las inmediaciones del ayuntamiento de la capital vizcaína provocó ayer un enfrentamiento entre el alcalde de la ciudad, el nacionalista José Luis Robles, y el gobernador civil, Iñaki López. Las fiestas de Bilbao se iniciaron en un clima de distensión, que se vio interrumpido en la madrugada del domingo cuando los efectivos de la Policía Nacional colocaron "a la fuerza" mástiles y banderas en un jardín del ayuntamiento. Los agentes dispersaron a grupos de manifestantes que protestaban la medida.

El alcalde calificó el acto de "ultraje a nuestras instituciones", y presentó querella criminal contra la Policía Nacional por allanamiento de morada. Las comparsas de las fiestas, así como el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Euskadiko Ezkerra (EE) y Herri Batasuna (HB), se solidarizaron con José Luis Robles, y aunque en un principio contemplaron la posibilidad de suspender los festejos, apelaron a los ciudadanos a que continúen disfrutando de los aspectos más lúdicos de la Semana Grande. Las banderas permanecieron en los jardines, custodiadas por efectivos de la Policía Nacional, durante toda la jornada.Poco después de que el cohete lanzado desde la basílica de Begoña anunciara, a las seis de la tarde del pasado sábado, el comienzo de las fiestas, el gobernador civil de Vizcaya requirió al alcalde, en una conversación telefónica, para que colocara las banderas correspondientes en el edificio consistorial. El alcalde, que permaneció reunido buena parte de la noche con los corporativos del PNV y EE, comunicó al gobernador civil que no pensaba colocar ninguna enseña.

Alrededor de las cuatro de la madrugada, fuerzas de la Policía Nacional acudieron, por orden gubernativa, a las inmediaciones del ayuntamiento y, tras clavar tres mástiles en el terreno de los jardines que rodean el edificio consistorial, izaron la bandera constitucional, la ikurriña y la enseña local. La noticia corrió como la pólvora en los círculos de bilbaínos que se encontraban en la parte vieja de la ciudad celebrando sus fiestas. Algunos grupos de jóvenes acudieron al ayuntamiento y comenzaron a arrojar botellas contra la Policía Nacional, que necesitó pedir refuerzos para dispersar a los grupos.

El Ayuntamiento de Bilbao no debatió este año la conveniencia o no de exhibir las banderas, entre otras cosas porque la fachada del ayuntamiento se encuentra desde hace 10 días en plena operación de limpieza.

El alcalde, José Luis Robles, expresó ayer su malestar ante "la ocupación de terrenos del ayuntamiento por las fuerzas de seguridad del Estado sin la más mínima justificación y, por supuesto, sin autorización de esta alcaldía". Dijo el alcalde que "este acto autocrático corresponde más bien al deseo de algunas personas investidas de autoridad de mostrar en ciertos ambientes que quiénes mandan son ellos y que a los demás sólo nos resta obedecer, se contravenga o no la legalidad, se falte o no al más elemental respeto a las instituciones que no están bajo su directa tutela".

El gobernador civil de Vizcaya, por su parte, dejó entrever que la iniciativa había sido exclusivamente suya, y se aferraba a la idea de "lo incomprensible que resulta que en un ayuntamiento como el de Bilbao no ondeen las tres banderas". Iñaki López se remitió en sus declaraciones a la necesidad de cumplir la "legislación vigente". Fue imposible recabar declaraciones del delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui ya que se encuentra de vacaciones.

La ley de banderas, en su artículo 3º, parece determinar que la bandera de España deberá ondear todos los días del año en los edificios oficiales junto a las correspondiente enseñas de la comunidad autónoma, la provincial y la municipal. Sin embargo, el artículo 6º de la misma ley -que comienza con la fórmula condicional "cuando se utilice la bandera de España, ocupará siempre lugar destacado, visible y de honor"- parece prever solamente las ocasiones puntuales en las que se exhiben las banderas.