Estimulante espectáculo
Incluso cuantos por cuestiones de edad o de negligencia física no nos consideremos aptos para emular a los jóvenes bailarines de esta película difícilmente podremos escamotear el asombro. Es ésta la primera vez que realmente se contemplan en la pantalla los contoneos y cabriolas del Breakdance, ese revuelo cultural que ha nacido en los barrios del Bronx y comienza ya a inundar las discotecas de todo Occidente.Bailar con el único apoyo de la cabeza o de un puño no es algo que parezca poder improvisarse por muy buen ánimo que tengan sus seguidores. Se trata de un sincopado y casi imposible movimiento que exige una sólida preparación corporal, al margen de una calidad de imaginación que en cada país adopta giros de, distinto corte.
Beat street
Director: Stan Lathan. Guión: Andy Davis, David Gilbert y Paul Golding. Fotografia: Tom Priesdy Jr. Música producida por Hany Belafonte y Arthur Baker. Musical. Norteamericana, 1984. Locales de estreno: Palacio de la Música, Novedades e Infante.
Una bondad no siempre verosímil
La escasa violencia que parece respirar el género, o que la película traduce a una bondad no siempre verosímil, forma parte de un espectáculo que se vende exclusivamente como ballet, sin plantear sus posibles explicaciones sociológicas. La historieta que rodea a los protagonistas de esta película, aunque con algún ramalazo trágico, es más similar a los espectáculos de Broadway del esplendor que siguió al crack de 1929 que a la tónica que marcan las películas de marginados procedentes del mismo país. Lo que importa, en definitiva, es su música, producida por el intérprete y productor del filme Harry Belafonte, y sus bailes, y hay que reconocer que Beat street es generoso en estos aspectos, lo que sólo podrá apreciarse en los locales que dispongan de un buen sistema de dolby, en el que la potencia no anule la calidad'.Se suceden los números con rapidez, sobrando incluso el argumento, aunque en éste se desarrolle otra faceta del mismo movimiento: la fascinación por los graffiti, de un barroquismo enloquecido y de tal minuciosidad que parece lamentable que su divulgación se limite al mural don de nacen o, como en este caso, a los vagones del metro de Nueva York. Filme, pues, musical, y no sólo con música, con capacidad para el espectáculo, vibrante y, en último caso, sintomático de un movimiento del que, al menos por curiosidad, no hay que que darse al margen.
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