Cocaína a escala humana
Bolivia, uno de los países más pobres del mundo, tiene la posibilidad de fabricar cocaína, un producto altamente codiciado por una parte significativa de los países opulentos. Esta droga es extraída, a través de elementales procedimientos de, química casera, de la hoja de la coca, un arbusto cultivado desde hace milenios en las comarcas subtropicales de los Andes (El Chapare y Los Yungas, por hablar sólo de las bolivianas).Quechuas y aymaras mastican diariamente un bolo formado por hojas de coca y cenizas y extraen de él una pequeña cantidad de jugo verdoso que, al entrar en contacto con la saliva, de lugar a la cocaína. La producción de droga se hace así en una escala tan humanizada que no se conoce entre los indios caso alguno de deterioro de la salud o de muerte por sobredosis. Y es que este tipo de consumo estaba perfectamente institucionalizado por la cultura andina hasta que la irrupción de la cultura occidental lo distorsionó al utilizarlo con fines perversos. La cocaína en forma químicamente pura es un invento occidental que destruye a quienes la consumen; pero el problema debería ser atajado resolviendo la crisis institucional que padecen los países opulentos. La eliminación del cultivo atenta contra la libertad de los pueblos y contra los mismos principios en los que pretende basarse la cultura occidental, la libertad de mercado, por ejemplo. Prohibiendo el cultivo de la coca sólo conseguirá intensificar la violencia que se ejerce desde hace medio milenio contra los campesinos de los Andes, a los que se pretende privar de un artículo de primera necesidad.
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