El falso 'amateurismo' olímpico se vuelve a exhibir en unos JJ 00 con famosos profesionales en liza
La cuenta atrás señala ya sólo tres días para la apertura de los Juegos Olímpicos -en la noche del sábado, en España- y cuatro para el inicio de las primeras competiciones -en la tarde del domingo en España- Los Ángeles, salvo en las villas de los atletas y en el aeropuerto, continúa sin mostrar en su inmensidad que se va a celebrar la máxima cita del deporte mundial. Y quizá hubiese sucedido lo mismo en caso de venir la URSS. Aquí hay demasiado espacio para todo y excesiva gente para pasar de otro tanto. Sólo interesa que gane iuesei, USA aunque sea con Jimmy Arias, que con Wilander y Cash perpetuarán en el tenis, deporte de exhibición, la mentira del amateurismo olímpico, junto a otros profesionales declarados en distintas modalidades (ver página 38).
Ya se han dado a conocer las primeras listas, aunque no oficiales, de participantes en los Juegos, y no por más esperados resulta menos irónico comprobar el buen número de nombres con categoría de olímpicos. La comisión de admisión, además, no pondrá ningún inconveniente para calificarlos como amateurs.El tenis, que estará de prueba, como el béisbol, pero que será oficial en 1988, tendrá como cabezas de serie a estos aficionados: el norteamericano Jimmy Arias, los suecos Mats Wilander y Stefan Edberg, el australiano Pat Cash -seinifinalista en el ultimo Wimbledon- y el francés Guy Forget -reciente vencedor de Lendl en la Copa Davis- Este último, no obstante, y los españoles Emilio Sánchez Vicario y Jorge Bardou, al menos, no suenan tanto y podrían pasar inadvertidos.
Pero Wilander, por poner sólo un ejemplo, en caso de que finalmente juegue (y lo intente luego en Seúl), es difícil explicar cómo puede justificar su categoría de amateur viviendo como vive en Montecarlo para huir de los impuestos suecos. No lo pone la Carta Olímpica, ni le interesa, naturalmente, pero los amateurs tendrían que hacer, teóricamente, el equivalente a declaraciones reducidas o les deberían salir siempre negativas. Wilander, sólo en premios, ganó en 1983 unos 65 millones de pesetas. Al margen están los contratos publicitarios, que superan ampliamente esta cifra.
Pero tampoco les sale, seguro, a los futbolistas italianos Tancredi, Vierchwood, Fanna o Baresi, los más conocidos, o al alemán occidental Schatzschneider, el delantero centro gigante del Hamburgo hasta este año, sustituto de Hrubesch, o a los franceses Lacombe (ganador de la Eurocopa frente a España), Toure, Xuereb o Zanon, que se integran en un auténtico equipo B de Francia. Ninguno jugó el Mundial-82, porque ésa fue la única cláusula hipócrita que sirvió para acallar la vergüenza de que fueran olímpicas grandes figuras, incluidos los militares del Este. El fútbol, como el tenis, no tiene sentido olímpico alguno actualmente, pues como simple promoción de nuevos valores no da espectáculo ni interés, y como refugio de segundas figuras, su porvenir es aún más endeble.
El aficionado Wunderlich
Sobre el baloncesto ya se han dado demasiadas cifras, pero a los hombres de la canasta se unirá olímpicamente en el balonmano el alemán occidental Wunderlich, que precisamente no ha estado jugando gratis en el Barcelona, donde tenía un contrato de 7 millones de pesetas al año, según el club, y de 17, según su representante.
El balonmano, con la gran opción española, puede ser el deporte triunfador en los juegos, pues de no conocerse apenas se ha pasado a vender ya todas las entradas para la final, 17.000. Los partidos televisados del equipo que dirigen los españoles Javier García Cuesta y Jorge Álvaro han empezado a crear expectativas. Javier, en lavilla olímpica, comentó que tienen de todas formas, muy difícil una buena clasificabión (están en el grupo de España), pero que desde hace mes y medio han mejorado muchísimo y van a estar cerca, es decir, a perder por uno o dos goles, que siempre se puede intentar cambiar por la victoria. Y ellos sí que son deportistas olímpicos.
Los seleccionados de todo el país se reunieron para entrenarse juntos, pero siguieron trabajando o estudiando en Nueva Jersey, donde viven García Cuesta y Álvaro, hasta las últimas giras y la preparación en el centro olímpico norteamericano de Colorado Springs. Al principio, sin rivales en Nueva York, hacían los fines de semana viajes por carretera de ocho y nueve horas a Canadá para jugar torneos. Bien distinto a otros compañeros de comedor en la villa olímpica.
El ambiente olímpico continúa perdido. Se han vendido entradas para la mayor parte de los deportes (no para el fútbol, moribundo aquí), pero la animación se reduce a los escenarios directos y su tremenda separación hace que se asemejen a gotas en el océano. Está claro que son los Juegos de la televisión, es decir de la ABC.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.