_
_
_
_
_
Preparativos de los Juegos Olímpicos

A Moses se le ha olvidado perder

Tiene sólo 28 años, y de no ser por el boicoteo de los Juegos de Moscú estaría a punto de conseguir su tercera medalla de oro consecutiva. La terrible sensación de frustración y desamparo, que dejó como secuela aquella oportunidad perdida, aquellos cuatro años de esfuerzo inútil, le sirvieron a Moses para replantear ante las autoridades del atletismo las reglas económicas que regían el deporte aficionado."Era un ingenuo", admite, "jamás se me ocurrió que alguien pudiera llegar a pagarme dinero por llevar algo que, de todos modos, tenía que utilizar". Pero aprendió pronto. Justo antes de Montreal había conseguido un contrato con la marca Adidas que le proporcionaba la nada despreciable cifra de 40.000 dólares al año, a pesar de que el dinero iba a parar en gran parte al club de atletismo al que pertenecía.

Más información
El juramento del invencible
Los 200 expedicionarios españoles perdieron dos días de entrenamiento por la aclimatación
Una reforma aplazada
Pesimismo en la selección de baloncesto por la lesión de Martín
2.500 millones de personas seguirán la ceremonia de apertura
La natación femenina, la víctima de las ausencias
El falso 'amateurismo' olímpico se vuelve a exhibir en unos JJ 00 con famosos profesionales en liza
La Comaneci norteamericana

El más cotizado

El año pasado, sin embargo Moses ganó, aproximadamente, medio millón de dólares. Posiblemente la mayor cifra conseguida por un atleta de pista, si bien Alberto Salazar y Bill Rodgers, ambos corredores de maratón, habrán superado esta cantidad debido a las enormes cantidades que cobran por participar en las grandes maratones.

Este año, por ser olímpico, Moses puede llegar fácilmente al millón de dólares. Sólo Carl Lewis cobra más por participar en una carrera, pero si su imbatibilidad continúa, el mejor vallista del mundo podría pedir perfectamente entre 15.000 y 20.000 dólares por participar en carreras en el circuito europeo en agosto y septiembre.

Este baile de ceros, aunque insinúe lo contrario, no ha significado ningún cambio radical en su vida. Debido a que él, personalmente, fue uno de los atletas que más influyeron para que se cambiaran las reglas del atletismo en materia económica, se siente moralmente obligado a ajustarse exactamente al espíritu con que fueron redactadas, esto es: que el dinero que un atleta recibe durante sus años de actividad deportiva es, ante todo, para asegurarle el futuro, y, en segundo lugar, para mantener sus necesidades básicas.

En este último aspecto, el único lujo que se ha permitido es un .Mercedes 300 D, con la siguiente matrícula plateada: Olympyn. Esto fue una idea de Beanie, su esposa Myrella Bqrdt, nacida en la RFA. Myrella se dedica al diseño de joyas, en un taller cerca de su casa, y en ocasiones es figurinista para proyectos cinematográficos.

Sigue viviendo en la misma pequeña casa de dos dormitorios, decorados con fotos del atleta, que alquiló al llegar a Los Ángeles. El resto del dinero que gana está invertido a su nombre en los fondos especiales de la IAAF.

A Moses no le importa hablar de dinero, incluso lo considera necesario. "Los jóvenes atletas", asegura, "a través de la Prensa, sacan la impresión de que sólo los profesionales pueden llegar a ganar millones. El resultado es que muchos canalizan sus energías hacia deportes como el baloncesto, el béisbol o el fútbol, en lugar del atletismo. Esto hace descender el nivel de calidad del atletismo. Es importante que sepan que pueden ganar dinero. Las cosas han cambiado, y ahora los atletas pueden aceptar dinero por correr".

Tampoco le importa admitir que el boicoteo de la Administración Carter fue, irónicamente, una de las causas del cambio de actitud. "Cuando yo empecé a protestar y admitir públicamente que aceptaba dinero de los patrocinadores y de los organizadores de las competiciones, lo hice, básicamente, bajo un impulso emocional. Ahora me doy cuenta de que boicoteamos los Juegos de Moscú sin una buena razón, y los únicos perjudicados fueron los atletas. Pero, finalmente, la gente se dio cuenta de que los atletas fueron los únicos que acabaron pagando el precio, y esto les hizo acudir a las competiciones".

Por si los varios millones de dólares que puede acumular de aquí a que se retire no fueran suficientes, Edwin Moses se graduó, en 1978, en ingeniería y ciencias físicas. Precisamente es tuvo trabajando en su especialidad para la compañía General Dynamics hasta que decidió con centrarse totalmente en el atletismo en 1980.

Su decisión ha resultado ser la acertada. La tímida y escurridiza imagen de sus primeros años se ha transformado ahora en la redondeada figura de un importante personaje público. De las originales gafas oscuras que lucía en las carreras debido a un defecto en la vista, ha pasado ahora a unas lentillas especiales. Fue por consejo de su agente, que consideraba que las gafas de sol podían acarrearle la etiqueta de militancia política en el radicalismo negro, lo que podría resultarle perjudicial de cara a los lucrativos contratos de publicidad, como el que ahora acaba de conseguir con Kodak.

Pero este resumen económico, esta máquina de producir oro, proviene simplemente de su calidad en la pista, de su imbatibilidad. ¿Cuál es su secreto? Aparte de su entrenamiento y dedicación, de sus talentos atléticos, Moses ha desarrollado una técnica que consiste en reducir el número de zancadas entre valla y valla. La mayoría de los vallistas de primera categoría corten 13 pasos entre algunos obistáculos y 14 en el resto, Moses da un paso menos y está intentando uniformarlo a 12 zancadas entre cada valla.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_