'El joven Telémaco', en la raíz de nuestro teatro frívolo
Después de la reposición de Artistas para La Habana, de Barbieri, la compañía que lleva el nombre del gran monstruo español ofrece otra resurrección: El joven Telémaco, de Arderius y Rogel. Conviene anticipar que, salvo la muy limitada orquesta, la actuación de todos fue adecuada: Carmen Parejo, atractiva Calypso; la excelente Carmen Rossi en Venus; Nicolás Dueñas en el joven Telémaco; Miguel Caiceo en Mentor-Minerva, viejo travestismo que los autores de la pieza aprovecharon en su intencionalidad cómica; Silvia Vivó en Eucaris y cinco ninfas jóvenes-cantables-bailables constituyen lo principal del reparto y dan vida a una pieza que figura en todas las historias de nuestro género lírico. José María Rodríguez Mendes ha actualizado el libro con las tradicionales alusiones políticas, críticas o simplemente bromistas, hechas con gracia y habilidad; Enrique Belloch movió la escena con no menos habilidad y gracia. El éxito fue grande y el público que asistió al Centro Cultural de la Villa aplaudió, subrayó con risas y comentarios los diversos golpes.No pretendieron otra cosa el avisado Francisco Arderius, el compositor Rogel y el libretista Eusebio Blasco cuando crearon su Pasaje mitológico-lírico-burlesco para inaugurar en el desaparecido teatro Variedades el espectáculo de los Bufos madrileños en 1866, imitación de los Bufos parisienses establecidos por Offenbach 10 años antes en París.
Casi todo el repertorio de Rogel está olvidado, pero de El joven Telémaco quedaron algunas frases y timos: "me gustan todas en general" o el término "suripanta", por ejemplo, que pasó al Diccionario de la Academia, en donde permanece con dos acepciones: 'corista comparsa de teatro' y 'mujer ruin, moralmente despreciable'.
Mucho se ha criticado a Eusebio Blasco ese cantable en griego macarrónico ("suri panta, la suri panta, makatruki de Somatén"), pero lo cierto es que la idea debió de nacer en su ánimo tras conocer la Marsellaise chinoise, de Halevy y Offenbach en Bataclán: Bataclán-Rantamplan-Fenihan-Ficheton-Kan. ¡Cosas de la gaité!
En general, la partitura de Rogel hereda modestamente, a través de Offenbach, ciertos modos rossinianos, a los que añade aires propios como el de la habanera. Y la bufonada sobre tema clásico anuncia no sólo lo que será una pieza como La corte del faraón, sino la tónica de nuestra revista hasta hoy mismo.
Babelia
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