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A una semana de las elecciones en Israel

Imprecisión programática

Por la cuenta que les trae, los candidatos del Likud han eludido en la campaña electoral cualquier debate en profundidad sobre su desastrosa gestión económica, repitiendo hasta la saciedad en sus eslóganes propagandísticos que "las estadísticas ocultan la realidad".Cuando sus adversarios les increpan por haber empobrecido a amplias capas de la sociedad israelí, los oradores de la derecha contestan, sin miedo a la demagogia, preguntando en los mítines electorales a sus oyentes si poseían vídeos y televisores en color en 1977, año del acceso al poder de Menájem Beguin.

Las muchedumbres enfervorizadas contestan con rotundos noes que, en opinión de los tribunos, demuestran que las cifras supuestamente ilustrativas de la pauperización de los ísraelíes disimulan una realidad mucho más próspera, que sus películas de propaganda electoral se encargan de enseñar por la televisión, mostrando pobres barrios sefardíes recientemente remodelados.

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En un país en el que los precios aumentan más de un 1 % al día, al célebre ministro sin cartera Ariel Sharon, auténtica locomotora de la campaña de la derecha, sólo se le ocurre, para exponer suprograma económico en los mítines electorales, vociferar que "liquidará la inflación como hemos liquidado las bases terroristas en Líbano". "Lo malo", comenta un militante laborista, "es que, ante fórmulas tan simplistas, la gente aplaude".

Sharon, sus seguidores y hasta algunos miembros del actual Gabinete Likud parecen, en el fondo, convencidos de que pueden impunemente transgredir las reglas de la sana gestión económica porque, en última instancia, EE UU sacará de apuros a "sus centinelas en Oriente Próximo", como definía un miembro del Herut -partido integrante de la coalición Likuda los soldados de Tsahal.

No en balde, y a pesar de las críticas a la política inflacionista del

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secretario de Estado, GeorgeShultz, nunca la ayuda de Washington a su "aliado estratégico" ha sido tan generosa como este año, con 2.800 millones de dólares (450.000 millones de pesetas).

A la hora de presentar sus planes, la oposición laborista no es mucho más explícita que sus adversarios, "porque", explicaba el ex ministro de Asuntos Exteriores Aba Eban, "no queremos asustar a la opinión pública con las medidas de austeridad y dirigismo que tomaremos para reducir la inflación y reactivar la economía".

De las declaraciones de Gad Yaacobi, portavoz económico del partido, se desprende, sin embargo, que para cortar la espiral inflacionista un Gobierno laborista se esforzará en modificar el mecanismo de revaluación casi automática de los sueldos y, sobre todo, reducirá en un 4,3% (mil millones de dólares) el gasto público, a expensas principalmente de la construcción de asentamientos de población judía en el territorio ocupado de Cisjordania y del mantenimiento del Ejército en Líbano.

Pero si un Gabinete encabezado por Shimon Peres puede, del día a la mañana, congelar la colonización de la orilla occidental del río Jordán, es harto dificil que ponga en práctica el plan laborista de retirada del Ejército de esa cuarta parte de Líbano que controla.

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