_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una posición nada envidiable

En un país occidental, Jerzy Urban sería probablemente un períodista independiente, crítico y temido por el poder por su mordaz ironía. En Polonia, Urban ha llegado a ministro y es uno de los personajes más conocidos del país por su cargo de portavoz del Gobierno, lo que le ha convertido, a los ojos de la oposición, en una de las figuras más odiadas, como uno de los símbolos del régimen.La posición de Urban no es envidiable. Su puesto es un cargo de confianza del equipo que hoy día manda en Polonia y ni siquiera está afiliado al Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista), lo que significaría un soporte en alguno de los grupos sociales con influencia en el país. La carrera periodística de Urban estuvo marcada por los altibajos políticos de Polonia. Este periodista de 50 años trabajó, entre 1955 y 1957, en el semanario Po Prostu, que fue el símbolo de la época del deshielo al final del estalinismo, cuando llegó WIadyslaw Gomulka al poder, en el octubre polaco de 1956. Luego Urban pasé, a comienzos de los sesenta, al semanario del partido, Polityka, que estaba dirigido por el hoy viceprimer ministro, Mieczyslaw Rakowski, que tenía una especie de bula para hacer una cierta crítica tolerada y digerida por el sistema. Urban sufrió períodos de ostracismo, en los que sus artículos no se publicaban y la censura le perseguía.

Con la entrada en el Gobierno de Rakowski, antes de la declaración de la ley marcial, en diciembre de 1981, Urban pasó a ocupar el puesto de portavoz, que siguió desempeñando tras la intervención militar, lo que le ha dejado marcado cara a la oposición, sin conseguir ganarse las simpatías de los duros del régimen, que ven con desconfianza al actual equipo dirigente. Para colmo, Urban es judío, en un país profundamente antisemita y católico. El portavoz del Gobierno tuvo la desfachatez de escribir la verdad sobre el mártir polaco padre Maximiliano Kolbe, ejecutado por los nazis en Auschwitz, y recordar que el sacerdote había sido un militante antisemita en sus escritos de los años anteriores a la segunda guerra mundial., Lo que escribió Urban era cierto, pero despertó en Polonia una dura réplica por parte de la Iglesia católica.

Sin apoyo en el partido, odiado por la oposición, condenado por la Iglesia, Urban no tiene más base que la confianza del general Wojciech Jaruzelski y el actual equipo dirigente.

Como portavoz del Gobierno, Urban aparece todos los martes al mediodía ante la Prensa internacional acreditada en Varsovia. Los que conocen al periodista polaco aprecian más sus artículos que su retórica ante los periodistas, cuando el portavoz da rienda suelta a su mordacidad, impregnada de una cierta dosis de cinismo.

Sus conferencias de prensa se inician a veces con un interminable rapapolvo, en el que Urban pasa revista a los artículos de los corresponsales y denuncia lo que él considera errores o informaciones equivocadas. En ocasiones tiene razón, porque en Polonia no es fácil distinguir la información veraz de las intoxicaciones de una y otra parte. En esos casos, Urban se regodea al demostrar el error del corresponsal de turno. Otras veces, el portavoz se limita a replicar con su opinión a las de los periodistas o medios a los que ataca.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_