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Felipe González y su esposa almorzaron con el presidente y el primer ministro de Túnez

ENVIADO ESPECIAL, Felipe González y Carmen Romero hicieron ayer un paréntesis en sus vacaciones para asistir en Túnez al almuerzo que les ofrecieron el presidente Habib Burguiba y el jefe del Gobierno Mohamed Mzali, a quienes acompañaban diversos miembros del Gabinete tunecino. Tras el almuerzo, Felipe González declaró que "la idea fundamental a la que nos consagramos actualmente es hacer del Mediterráneo un mar de cooperación".

El presidente español aludió a la posibilidad de desarrollar la cooperación entre España y Túnez y agregó que ambos países están en proceso de acercamiento que es muy lógico, "pues tenemos muchos problemas comunes y sensibilidades comunes".Asimismo, afirmó que la entrada de España en la Comunidad Económica Europea "contribuirá seriamente a desplazar el centro de gravedad de Europa del norte hacia el sur". Después del almuerzo, Felipe González mantuvo una entrevista con el primer ministro tunecino y otros dirigentes políticos del país.

Posar para los fotógrafos

Antes de desplazarse a la capital de Túnez, el presidente del Gobierno español y su familia habían recibido a los periodistas para posar, por primera vez en estas vacaciones de cinco días que disfrutan en la casa que el primer ministro italiano, Bettino Craxi, posee en las cercanías de Hammamet.

Hasta ahora, sólo Carmen Romero y sus tres hijos -Pablo, David y María- han ido a la playa. Los cuatro fueron juntos el viernes a zambullirse en la playa cercana a un hotel, mientras el presidente del Gobierno almorzaba con el embajador de España en Túnez.

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Lejos de la Moncloa, la familia González, paseando descalzos o con playeras, se han reencontrado con el paisaje de su Andalucía natal. La abundancia de chumberas y los colores de la tierra -blancuzca unas veces y arcillosa otras- les recordaba el sur El asunto dió, por lo visto, para más de una lección familiar de botánica. El hijo mayor, Pablo mostraba ayer por la mañana algunas diferencias con su padre sobre el origen del eucaliptus, que él situaba en Australia mientras que el presidente del Gobierno español, sin muchas ganas de discutir, lo reivindicaba para el Mediterráneo.

Los cipreses, que bordean el camino que lleva a la casa de Craxi y cubren buena parte de la panorámica que se contempla desde la piscina, eran la única planta que marcaba las distancias con Andalucía. "Allí", recordaba Carmen Romero, "solo se plantan en los cementerios y la gente los identifica con la muerte. Aquí, sin embargo, son símbolo de hospitalidad".

Un cocinero tunecino ha preparado estos días la comida a la familia del presidente del Gobierno español. Felipe González y Carmen Romero parecían estar gozando con las ensaladas bien cargadas de especias y el pescado, pero los niños, en cambio, marcaban sus distancias con los picantes de las sopas.

Estos pocos días en Túnez han dado lugar a varias oportunidades para pasear a solas. El viernes, los González recorrieron el zoco de Túnez y ayer, Pablo, el hijo mayor, pedía de nuevo otra ocasión para andar libremente con sus padres, "otra vez sin cámaras".

María, la hija pequeña, hacía, todo tipo de muecas durante la sesión fotográfica, mientras Felipe González le recordaba que así, con tantos gestos, se parecía a determinado político de la oposición conservadora.

Ayer noche, la mujer que regenta la casa de Craxi -una joven tunecina que posee una boutique en el centro comercial de Hammamet- preparó para el presidente del Gobierno español y su familia unos bailes típicos para amenizar la cena.

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