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El Rey entrega las medallas de oro de Bellas Artes

Don Juan Carlos afirma que las sociedades que no confortan a sus artistas están condenadas a la esterilidad

Las sociedades que no respetan, que no confortan, ayudan y miran a sus artistas están condenadas a la esterilidad y al aburrimiento, dijo el rey don Juan Carlos I en el acto en el que se entregaron ayer las medallas de oro de las Bellas Artes concedidas recientemente por el Consejo de Ministros a 12 creadores y a una entidad, el Liceo de Barcelona. Los reyes Juan Carlos y Sofía presidieron el acto, que se celebró bajo una tabla flamenca del siglo XVII, en el salón Juan de Villanueva del Museo del Prado.

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Ambos visitaron, por sorpresa, luego, el cuadro Las Meninas de Velázquez, restaurado por el británico John Brealey, uno de los galardonados con estos premios. Los que ayer recibieron las medallas de oro de las Bellas Artes fueron el etnólogo Julio Caro Baroja, el pintor Antoni Clavé, el escultor Frederic Marés, el diseñador Daniel Gil, el hispanista Stephen Gilman, el pintor José Herrero, el cineasta Joris Ivens, el escritor Domingo Pérez Minik, el también hispanista John Rutherford, el Gran Teat o del Liceo de Barcelona, el escritor Juan Gil-Albert, y el citado John Brealey. No pudieron recoger sus premios Ivens, que fue representado por el director de la Filmoteca española, José Antonio Pérez Millán, ni Domingo Pérez Minik, cofundador con Eduardo Westerdahl, de la revista Gaceta de Arte, que fue representado por el escritor Fernando G. Delgado.Después del acto oficial de la entrega de las medallas de oro de las Bellas Artes, los Reyes mostraron deseos de visitar Las Meninas, estuvieron brevemente frente al cuadro al que John Brealey ha dado nueva vida, y, luego, según relato del director de la pinacoteca, Alfonso E. Pérez Sánchez, mostraron el entusiasmo que los españoles, en general, podrán sentir a partir de octubre, cuando la obra de Velázquez, con su nuevo aspecto -"el aspecto real", como decía ayer Brealey- sea expuesta al público. Para este mes de julio, el museo prepara una exposición explicativa de todo el proceso de restauración; la Reina doña Sofía se interesó por visitar esta próxima muestra.

Durante su discurso, el Rey Juan Carlos recordó la emoción que siente cada año cuando recibe a las mujeres y a los hombres de las letras y de las artes; juzgó "necesario" un acto de reconocimiento como el de ayer para afirmar la voluntad social de defender a los creadores que con su gesto contribuyen a entender la grandiosidad y la humildad del hombre, y nos hacen sentirnos, al mirarles, como quien mira a un espejo.

La palabra libertad -libertad creadora, libertad sustantiva- recorrió el discurso del Monarca, quien quitó a la celebración su entidad protocolaria para destacar su carácter de homenaje a quienes con su compromiso espiritual y su nobleza profunda modelan el alma de la sociedad.

La otra zona de reflexión sobre el carácter que el artista tiene en la nueva sociedad española la introdujo el ministro de Cultura, Javier Solana, quien hizo desembocar su discurso en un homenaje a los que hoy conviven en su país con una realidad que en otro tiempo no fue posible. Dijo el ministro para terminar su disertación: "nos sentimos obligados con unos creadores que, a veces, durante largos periodos, han tenido que sufrir incompresiones, vacíos, marginaciones, es decir, han sufrido el patetismo de la creación mucho más allá de lo que suele ser considerado como normal".

Para salir de ese ambiente, Solana cree que el artista debe ser situado "en el estado de dignidad que se merece", y la creación de ese "estado de dignidad" depende de la Administración: "es decir, es preciso rodear la libertad del artista, es preciso que su credibilidad nunca quede empañada por un exceso de celo de la Administración, al tiempo que es preciso superar la crisis de identidad en que está sumido el artista con demasiada frecuencia en nuestra sociedad".

El patético exilio

En el ambiente de patetismo descrito por Solana -para unos fue exilio interior y para otros fue un doble exilio, el interior y el exterior- discurre la obra de algunos de los premiados. Dijo el ministro que del poeta valenciano Gil-Albert se puede decir que ha sufrido ese doble exilio, y que ahora afortunadamente su obra ha sido reconocida por los críticos y escritores jóvenes; Clavé tuvo que ganar mercados extranjeros para lograr reconocimiento en casa; Guerrero, desde Berna a Nueva York pasando por Roma y París es un adelantado en la historia del arte abstracto español; Marés y Pérez Minik tienen trayectorias parecidas porque ambos están muy pegados a la vida interna de sus respectivas culturas, Marés es un maestro del modernismo catalán y sin Pérez Minik no se puede entender la historia cultural canaria del último medio siglo.Fue el etnólogo Julio Caro Baroja el que introdujo la risa en el solemne acto de ayer, cuando afirmó que del mismo modo que se había enterado por la prensa de que había participado hace unos días en una semana dedicada al erotismo supo que había sido designado para recibir una medalla de las Bellas Artes. Con respecto a este último reconocimiento el famoso etnólogo navarro reflexionó así: "ahora resulta que los soliloquios de un sonámbulo se premian de un modo que nunca hubiera imaginado". El Rey, divertido, aplaudió el discurso con el que Caro Baroja significó la gratitud de todos los galardonados.

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