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Tras la 'cumbre' de Fontainbleau

Tormenta política en el Reino Unido por las consecuencias del acuerdo

Soledad Gallego-Díaz

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, defendió ayer ante la Cámara de los Comunes el acuerdo de Fontainebleau, afirmando que es "bueno para el Reino Unido y bueno para la Comunidad Económica Europea". Thatcher reiteró que el sistema aprobado es "más justo y más sólido" que la situación anterior, y aseguró que después de luchar cuatro años para reducir la participación británica en el presupuesto de la CEE se consideraba satisfecha del resultado de la cumbre.

Margaret Thatcher tuvo que escuchar duras críticas de los laboristas, que la acusaron de haber cedido en el último momento y de obtener una devolución que sólo supone el 54% del total y no el 66%, como afirma el Gobierno. El líder laborista, Neil Kinnock, afirmó que su partido se opondrá "con todas sus fuerzas" en la Cámara de los Comunes al aumento del tanto por ciento del impuesto sobre el valor añadido que se destina a las arcas comunitarias. El dirigente del Partido Socialdemócrata, David Owen, estimó, por su parte, que el acuerdo era "el único posible".

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La reacción de la opinión pública británica ante el acuerdo es contradictoria. Por un lado, los ingleses se sienten liberados de un problema que les ha venido atenazando en los últimos años, pero por otro se sienten algo decepcionados.

Durante todo este tiempo, la primera ministra mantuvo una actitud de extrema firmeza -o incluso dureza, según algunos de sus críticos- y los votantes conservadores llegaron a creer que Margaret Thatcher lograría lo imposible: volver a casa con todo lo que les había prometido que conseguiría, sin ceder un ápice de terreno.

El diario conservador The Times reconoció ayer que el acuerdo de Fontainebleau está por debajo de lo que había prometido el Gobierno y que no es ni tan siquiera definitivo, tal y como exigía Margaret Thatcher al principio de su disputa con la CEE. Sin embargo, estima que el compromiso logrado es aceptable para el Reino Unido. The Guardian, de tendencia más liberal, resalta que la táctica de dureza de la primera ministra no ha dado los resultados apetecidos y que el acuerdo es temporal.

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