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Egipto prepara el camino para una reconciliación total con la Union Soviética

Constantemente insinuado por los responsables de la diplomacia egipcia y finalmente anunciado "para pronto" por el propio presidente, Hosni Mubarak, el restablecimiento de plenas relaciones diplomáticas entre Egipto y la Unión Soviética es inminente, a pesar de las discretas presiones ejercidas por EE UU para impedirlo. Un enviado especial de EL PAÍS estuvo recientemente en El Cairo.

Poco a poco, con declaraciones, visitas y acuerdos comerciales, la diplomacia egipcia ha ido preparando el terreno para el anuncio del próximo intercambio de embajadores entre el más poblado de los países árabes y la primera potencia socialista, que tendrá lugar, según fuentes generalmente bien informadas, después de la formación de un nuevo Gobierno presidido por Kainal Hassan Alí, en la segunda semana de julio, y antes de la sesión de otoño de la Asamblea General de la ONU.El último indicio de la inminencia de una decisión que, según Moscú, corresponde a El Cairo, ha sido proporcionado por el Ministerio egipcio de Asuntos Exteriores, que ha divulgado oficiosamente el nombre de Salali Basiuny, actual director del Departamento de Investigación, como futuro embajador de Egipto en la capital soviética, si obtiene el placet.

La revelación del nombramiento de este diplomático de carrera se añade a una larga lista de indicaciones que apuntan al pleno restablecimiento de unas relaciones que sufrieron un primer deterioro en 1972, cuando Anuar el Sadat, disgustado por la lentitud con la que el Klemlin le suministraba armas, expulsó de Egipto a 17.000 expertos soviéticos.

La congelación definitiva se produjo cuanto el entonces embajador de la URSS, VIadimir Poliakov, fue acusadó de fomentar una "conspiración comunista" y declarado persona non grata en septiembre de 1981, un mes antes de que Sadat muriese bajo las balas de un comando integrista islámico. El acceso de Mubarak al poder evitó entonces un nuevo empeoramiento de las relaciones, que no llegaron a romperse formalmente, y 14 meses después del atentado que costó la vida a Sadat ambas capitales firmaron un primer acuerdo comercial que deberá teóricamente situar el volumen de sus intercambios comerciales en 1984 en 105.000 millones de pesetas. Algunas decenas de técnicos soviéticos han vuelto a Egipto, por cortos períodos de tiempo, para mantener o arreglar parte de la infraestructura civil construida por la URSS en,tiempos del fallecido Gamal Abdel Nasser.

Pero los síntomas más significativos de la distensión en las relaciones bilaterales han sido las explicaciones del jefe del gabinete del presidente y de los ministros y secretario de Estado de Asuntos Exteriores, en las que se reconocía como "útil y positivo" para Egilto reanudar relaciones, declaraciones culminadas por el anuncio este mes por Mubarak,de un restablecimiento que se producirá "pronto".

El lazo con Washington

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El proceso de normalización de relaciones quedó, al parecer, ultimado durante la visita que efectuó a El Cáiro en abril el director del Departamento de Oriente Próximo del Ministerio soviético de Exteriores, VIadimir Poliakov -el mismo que fue expulsado cuando era embajador-, aunque la fecha exacta no fue acordada.Para dar el paso definitivo, las autoridades cairotas quieren asegurarse de que su gesto no perjudicará sus relaciones privilegiadas con EE UU, pás del que recibirán en el actual año fiscal 1.808 millones de dólares (280.240 millones de pesetas) para sus necesidades económicas y militares, cantidad que les convierte en los segundos beneficiarios de la ayuda exterior norteamericana, tras Israel.

Oficialmente, en Wáshington se considera que el restablecimiento de relaciones es un asunto bilateral sobre el que el Departamento, de Estado no debe pronunciarse, pero aunque ningún dirigente estadounidense se haya permitido el menor comentario negativo ante la próxima decisión de El Cairo, algunos han expresado en privado su preocupación por una iniciativa que fortalecerá el papel de la URSS en Oriente Próximo.

Cuando Sadat echó en 1981 al representante soviético de Egipto, el entonces secretario de Estado, Alexander Haig, no se privó de manifestar su satisfacción alabando el "realisino" del presidente egipcio y alegrándose de su "opción a favor del campo occidental", que EE UU supo recompensar, como ya alentó económicamente en su día la conclusión del tratado de Camp David con el Estado judío.

Ante los temores de Washington, Mubarak se ha mostrado apaciguador, y en una entrevista concedida al semanario árabe editado en Londres Al Sayaad, recordaba que había explicado a los norteamericanos que "la Unión Soviética es un país importante y no tenemos interés en tenerlo como enemigo". "Esto no nos impedirá", concluyó, "seguir manteniendo relaciones especiales con EE UU cuando tengamos relaciones normales con la URSS".

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