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La 'cumbre' de fontainebleau

La 'cuestión británica' clave para decidir el futuro comunitario

Reducir gastos, objetivo número uno de los dirigentes de la Europa de los 'diez'

¿Pueden 250 millones de unidades de cuenta europeas (ECU), en un presupuesto de miles de millones, provocar la muerte por asfixia económica de la Europa comunitaria? La cifra, evidentemente, es importante, pero apenas merece una consideración especial si se compara con el inmenso marasmo de ceros que componen los presupuestos del Mercado Común. Sin embargo, esa cantidad, equivalente a poco más de 30.000 millones de pesetas al cambio español, y casi idéntica al déficit que el pasado año acumularon empresas como Seat o Iberia, es la que desde hace más de un año separa al Reino Unido de los demás miembros de la CEE y que ha dejado a la Europa de los diez en un estado de vida vegetativa en el que apenas se pueden tomar decisiones de futuro.Precisamente, la cumbre comunitaria que se inicia hoy en Fontainebleau debe servir como piedra angular para que se limen las diferencias de contribución presupuestaria, hasta ahora irresolubles, que enfrentan a Margaret Thatcher, la dama de hierro británica, con los jefes de Estado y de Gobierno de los demás países miembros. Porque, en esencia, el verdadero problema -que no el único- que en este momento atenaza al Mercado Común es estrictamente económico.

Para solucionar esta situación, este año se planteó por primera vez desde el nacimiento del Mercado Común un recorte en las subvenciones que reciben algunos productos agrícolas (particularmente la leche), así como una limitación de los volúmenes de producción de los mismos.

La otra medida de particular importancia fue la de aceptar un aumento de los recursos propios con los que se nutren las arcas de la CEE. Desde su nacimiento, al presupuesto de la CEE se destina el 1% del impuesto sobre el valor añadido (IVA) que recaudan los países miembros, porcentaje que en la actualidad se ha quedado pequeño.

De ahí que la Comisión Europea propusiera a principios de este año duplicar la aportación del IVA, oferta que fue diplomáticamente rechazada por los países miembros, aunque en los consejos de ministros de Finanzas que se celebraron inmediatamente antes de la fracasada cumbre de Bruselas, se llegó al acuerdo de que la aportación del IVA sería aumentada hasta el 1,4% a partir de 1986, y hasta el 1,6 desde 1988.

Dureza británica

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Todos estos acuerdos de principio han quedado, sin embargo, en estado latente por la actitud británica. La postura de Margaret Thatcher es clara. El Reino Unido, que ocupa el séptimo puesto en el ranking comunitario de riqueza, es, sin embargo, el segundo contribuyente neto a las arcas de los diez. Por tanto, y puesto que paga mucho más de lo que recibe, según sus dirigentes, la CEE tiene que proceder al reembolso de la diferencia. Algo que en las islas consideran "un justo retorno". Por ese motivo, la primera ministra británica solicité un recorte de 1.250 millones de ECU en las cantidades que su país tiene que destinar al presupuesto comunitario este año.

Y ha sido este punto el eje sobre el que han girado las cumbres de Atenas y Bruselas, y alrededor del que va a moverse la de Fontainebleau, como ya ha anunciado el presidente Mitterrand en la carta que envió hace unos días a sus colegas europeos. Si en Bruselas no fue posible la paz para encontrar un punto intermedio entre las propuestas de ambas partes -Margaret Thatcher solicitaba una reducción de 1.250 -millones en su contribución a la CEE, y los demás países proponían un recorte de 1.000 millones, con progresivo incremento-, las negociaciones de última hora permiten abrigar esperanzas de- un acuerdo definitivo que evite la defunción de la actual Europa de los diez.

Reducir los excedentes

Al parecer, según subrayaban estos últimos días círculos diplomáticos alemanes occidentales, la combativa líder conservadora británica podría aceptar un punto de encuentro de 1.125 millones de ECU, que estarían dispuestos a ofrecer los nueve para evitar males mayores.

A pesar de los nubarrones que se ciernen sobre el futuro de la CEE, a Fontainebleau se llega con un importante avance sobre las anteriores cumbres, y los preacuerdos conseguidos para reducir excedentes, recortar subvenciones o aumentar los recursos propios tan sólo están a la espera de que se desbloquee el tema británico. Una especie de todo o nada en el que se decidirá qué Mercado Común existirá en el futuro.

Por primera vez en 20 años, los ministros de agricultura de los diez se decidieron en marzo de este año a tomar medidas más que impopulares: la casi congelación de los precios agrícolas para la presente campaña y poner freno a la producción de la leche, cuyos excedentes, pagados con el dinero comunitario, estaban desequilibrando fuertemente el erario de la CEE.

Estas medidas, son importantes, si se tiene en cuenta que. de los 16.500 millones de ECU a que asciende el presupuesto agrícola comunitario -ampliamente rebasado en la realidad-, aproximadamente 3.400 millones van destinados exclusivamente a la subvención de productos lácteos.Y otro de los aspectos en los que se ha avanzado este año es el que se refiere al acuerdo para desmantelar antes de 1987 los,9 énominados montantes compensatorios monetarios (MCM), positivos para la República Federal de Alemania, el Reino Unido y Holanda.

Equilibradores de rentas

Estos montantes positivos actúan como subvenciones que reciben algunos países en las exportaciones y como tasas a las importaciones de los productos agrícolas dentro de la CEE. Normalmente, estos países son los que tienen una moneda más fuerte y un menor índice de inflación y en los que los incrementos de los precios para los productos agricolas, después de los reajustes que se llevan a cabo en la CEE a la hora de fijarlos, resulta menor que en los demás. Los MCM positivos juegan el papel, por tanto, de equilibradores de las rentas de los agricultores de esos países.

A cambio, como compensación, la CEE permitirá a los campesinos germanos occcidentales una disminución en el IVA, desgravación que correría a cuenta de la propia Comunidad y que entraría en vigor el 1 de enero de 1985. El preacuerdo contaba, sin embargo, con reservas por parte británica, que lo consideraba una solución excesivamente cara.

En la cumbre de Bruselas, todos estos importantes pasos quedaron bloqueados, sin embargo,-por la inexistencia de acuerdo en el punto clave de la aportación británica al presupuesto. La solución del mismo en Fontainebleau pernútirá conceder el nihil obstat comunitario a todas estas medidas, aunque a última hora el canciller Kohl ha expresado su deseo de obtener una mejora para sus agricultores.

Fointanebleau parte, por tanto, con importante camino andado, a falta tan sólo de que se consiga convencer a la primera ministra británica.

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