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LAS VENTAS

Becerristas, y de los malos

Llevábamos tres novillos, y allí nadie había dado una vuelta al ruedo, ni nada. Lo de "tres novillos" es un decir. Más bien daban el tipo de becerros, porque trapío no tenían, y pitones, menos. Lo que sí tenían era bondad; una bondad infinita, propia de hermanitas de la caridad. De manera que los novilleros punteros, los novilleros de dinastía, eran becerristas y, entre éstos, de los malos.Oliva por su afectada verticalidad, Malaver porque se aliviaba en las suertes, Cascales por amanoletar su arte, todos por lo del pico, ninguno había sido capaz de provocar alegría, ovaciones, entusiasmo; ni diversión, ni entretenimiento alguno habían conseguido provocar. Estábamos en la plaza con recogimiento de novena, y cuando la letanía de los dos pases, la afición, en vez de corear olés, susurraba ora pro nobis.

Plaza de Las Ventas

21 de junio.Cinco novillos de Martínez Elizondo y cuarto, sobrero de Cunhal; escasos de trapío, sospechosos de pitones, flojos y fáciles. Emilio Oliva. Media tendida (silencio). Dos pinchazos y media (silencio). Jaime Malaver. Bajonazo que asoma, pinchazo y estocada caída (aplausos y salida al tercio). Dos pinchazos bajos y bajonazo descarado (silencio). Manuel Cascales. Dos pinchazos y estocada delantera caída (silencio). Cuatro pinchazos -aviso- y descabello (más pitos que palmas).

El cuarto novillo se había deja do los pitones en el cuarto de baño. Ni en la época de El Cordobés olían tanto a after shave los toros. Hasta el palco debió llegar el olor, y el presidente, a solicitud razonada y respetuosa del público que gritaba "sinvergüenzas" y "chorizos", lo devolvió al corral.

Pero una reflexión se hace necesaria aquí: si el novillo estaba en el reconocimiento tan menguado, bruñido y aromatizado por la parte de la cornamenta como saltó a la arena, ¿qué motivo hubo para que la autoridad y los veterinarios lo aceptarán?. Y si no estaba así, que lo acicalaron con posterioridad en la soledad de su chiquero, ¿qué motivo hay para que la autoridad no investigue y meta en la vereda de Carabanchel a quien lo manipuló fraudulentamente?.

Concluída la reflexión, que toda la plaza se hizo en el lugar de autos, aunque en voz alta y con utilización de más descarnados epítetos, procede relatar que los restantes novillos también aparecieron despitorrados e, igual que a los tres primeros, se les caían las orejas. Ninguno de los novilleros punteros, novilleros de dinastía, fue capaz de ganarlas, por lo que se acabaron de acreditar como becerristas y de los malos. Descentrado Oliva, desconfiado Malaver, monótono Cascales en el amanoletamiento de su arte -curioso empeño-, volvieron a suscitar el silencio de las masas.

Aun Cascales tuvo el novillejo más enterizo, con el problema de que escapaba del engaño, y tras unas cuantas manos de derechazos y naturales, logró encelarlo, y éste es mérito que se apunta. Mas, encelado que lo tuvo, le daba los pases amanoletados que son de su especialidad -si bien heredada- y este ejercicio mediocre, por añadidura interminable, desbordaba la paciencia del público, que optó por huir a otros cobijos menos disparatados.

Novilleros de la época de los padres de estos coletudos, los propios padres de estos coletudos, cuando por casualidad les salía una novilladita tan bondadosa, insignificante, fofa y despitorrada como la de ayer, quien tenía vocación pinturera o clásica bordaba el toreo, y quien tremendista, se montaba encima del género. Y triunfaba. Los hijos de los padres de los coletudos de ayer, en cambio, aún necesitan más pastueño ganado, cosa dificil, pues a lo mejor no hay. Tendrán que fabricárselo especial. Lo que dirán ellos: si para ser torero hay que exponer la integridad del terno, que toree Rita. En Rita, está el futuro de la fiesta.

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