Alfredo Kraus y el frenesí desbordado
El IV Festival de la ópera que organiza Pro Música en el Liceo sigue viento en popa tras la espléndida versión que escuchamos de La fille du régiment, ópera en dos actos de Gaetano Donizetti. Un reparto encabezado por nuestro Alfredo Kraus y la soprano Ruth Welting se elevó a máximas cotas del bel canto, entusiasmando al público del Liceo, que aplaudió con verdadero frenesí. A este propósito nos preguntamos si las exteriorizaciones de entusiasmo deben llegar a los límites alcanzados en nuestro gran teatro y en la sesión que comentamos. Pase que se interrumpa la música para aplaudir el aria, la romanza, etcétera; sin embargo, convertir una ovación espontánea en una selva de gritos, aplausos, silbidos, pataleos y vociferaciones, y que todo ello se prolongue hasta los 10 o 15 minutos, nos parece una auténtica impropiedad que raya en una falta de respeto hacia la música que se está interpretando.Donizetti escribió La fille du régiment para corresponder a un encargo de la Opera Comique de París. Fue estrenada en dicho teatro el 11 de febrero de 1840. El compositor tuvo que amoldarse al tipo de óperas que se representaban en aquel escenario. Escogió, por tanto, el libreto de St.Georges y Bayard, que, en su extremada sencillez, reunía todos los ingredientes característicos de tales obras: historia de amor entre Marie (la hija del regimiento) y Tonio (joven lugareño), burlescos desfiles militares, separación de los enamorados a causa del descubrimiento de los nobles orígenes de Marie y, por fin, el feliz deselance. Todo ello en el escenario idílico de un pueblecito de los Alpes suizos.
La fille du régiment
Obra de Donizetti. Ruth Welting, Alfredo Kraus, Rosa Laghezza, Roberto Coviello, Giancarlo Tosi, Neus Puig, Michael Ross, Bruno Grella. Director de orquesta: Alain Guingal. Director de escena: Giuseppe de Tomasi. Teatro del Líceo, 10 de junio. Barcelona.
Alardes y filigranas
La música con que Donizetti revistió esta hábil trama es encantadora. El clima musical de la ópera se revela en la bella obertura, con sus nostálgicos toques de trompa iniciales, sus ritmos de marcha, sus pasajes líricos y la amable ironía que la envuelve. Estas premisas toman cuerpo a lo largo de los dos actos, completadas y vitalizadas por una brillantísima escritura vocal llena de alardes y filigranas, como era de esperar de un maestro del bel canto como Donizetti.La magnífica interpretación que de esta ópera hemos podido escuchar en el Liceo tuvo en los dos papeles principales -Tonio con Alfredo Kraus y Marie con Ruth Welting- a dos máximas figuras que demostraron unas facultades vocal-interpretativas de excepción.
El paso de los años no merma facultades al gran Alfredo Kraus. Éste vivió al completo su papel, hizo un derroche de bravura y brindó una auténtica lección de buen cantar. Su privilegiada voz emerge con la misma fascinación que el sonido de un gran instrumento en manos de un gran solista. Fuerte y penetrante, mórbida y dulce, camina de un registro a otro con una uniformidad sin ahuecamientos, con noble fraseo, elástica y, sobre todo, con esa limpieza tan firme como flexible que sólo una voz perfectamente impostada puede alcanzar.
La soprano coloratura estadounidense Ruth Welting, en el papel de Marie, tuvo también una gran actuación. Su voz es bella, bien controlada y de un desliz sorprendentemente fácil, que le permite la ascensión hasta las notas del registro sobreagudo (re, mi y fa sostenido) con increíble rapidez y sin perder justeza de afinación ni calidad.
Perfectamente compenetrados, los dos protagonistas, además de las ya resaltadas excelencias vocales, han demostrado un dominio escénico propio de actores consumados. Lo mismo puede decirse de los otros tres intérpretes. La admirable mezzosoprano italiana Rosa Laghezza, vocalmente esplenderosa, ha sido una marquesa de Berkerifield comunicativa, vivaz y de arrolladora simpatía.
Coviello, en el papel de Sulpice, ha hecho honor a su fama de gran especialista de la ópera bufa, y Tosi encarnó a Hortensius con imaginativa comicidad.
Babelia
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