Una neutralidad con sordina
Irlanda, país miembro de la Comunidad Económica Europea (CEE) desde 1973 y firme defenisot del desarme nuclear, no forma parte de la OTAN. Los Gobiemos de Dublín se han declarado neutrales, incluso durante la segunda guerra mundial, a pesar de que entonces la joven nación era todavía miembro de la Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones).Dos argumentos subyacen bajo una neutralidad que no imr pide a Irlanda estar firmemente anclada en la esfera de Occidente. Hasta ahora se ha mantenido al margen de la OTAN la presencia en el mismo del Reino Unido -país del que obtuvo la autonomía en 1922- y porque la firma del Tratado del Atlántico Norte implicaría reconocer las. fronteras de sus Estados miembros y, por tanto, la frontera que divide en dos la isla y separa el atormentado Ulster británico de la República de Irlanda.
Los intereses estratégicos de la OTAN, EE UU y el Reino Unido son algunos de los obstáculos que se interponen a la reunificación pacífica y negociada de la isla y a la posibilidad de poner punto final a la sangría de la violencia terrorista: 2.300 muertos en 15 años.
Irlanda siempre ha argumentado que su pertenencia a la CEE no entra en contradicción con su neutralidad militar. Ahora, a partir del 1 de julio -cuando sustituya a Francia en la presidencia del Consejo de Ministros de la CEE-, podrá ponerlo a prueba.
Y no se descarta que el creciente debate en la Comunidad sobre aspectos económicos y políticos de la seguridad europea -ligado, incluso, a la futura entrada de España y Portugal- haga mella en la tradicional neutralidad irlandesa. Hasta el punto de que el Gobierno llegue a contemplar la polémica posibilidad de que Dublín se integre en la OTAN.
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