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Pertini expresa su desacuerdo con la actual 'guerra' entre comunistas y socialistas italianos

Juan Arias

El presidente de la República italiana, el socialista Sandro Pertini, expresó el jueves al jefe del Gobierno, el también Socialista Bettino Craxi, su desacuerdo con la actual guerra que mantienen el Partido Socialista Italiano (PSI) y el Partido Comunista Italiano (PCI), este último en abierta lucha contra el Gabinete Craxi.

El anciano Pertini, que en la noche del miércoles se mordía los puños viendo cómo el equipo de fútbol Roma perdía ante el Liverpool la que hubiera podido ser su primera copa de Europa, ha vuelto a hacer un gesto de los suyos en el campo político. Pertini había asistido previamente a una entrega de premios literarios junto con el jefe del Gobierno. Pertini trata su compañero de partido Craxi con el cariño y con la confianza de un padre. Y a veces -lo ha reconocido el mismo Craxi- coge el teléfono y le lanza duras críticas, incluso a gritos.En la fiesta literaria, Pertini aprovechó la ocasión para intervenir en un delicado problema actual: la guerra entre socialistas y comunistas. Pertini es un socialista cien por cien, pero es también un hombre de diálogo que nunca manifestó prejuicios anticomunistas.

Pertini recordó sus tiempos de prisión. Dijo que su mayor compañía en aquellos años duros fueron los libros. Eran tiempos, dijo, en los que la pugna entre socialistas y comunistas "era feroz", y dirigiéndose a Craxi comentó: "Me parece que también hoy vuelve a ser así". A continuación contó una anécdota. Explicó que en la cárcel de Turi, el ideólogo del PCI, Antonio Gramsci (por quien Pertini se interesó y se jugó el tipo para que le trataran más justamente y le concedieran una mesa, papel y pluma para escribir, gracias a lo nacieron los famosos Cuadernos de la cárcel del líder comunista) le regaló un libro de Benedetto Croce con una dedicatoria. Un compañero de prisión de Pertini le arrancó la hoja donde estaba la dedicatoria. Era un comunista y no podía soportar que un socialista tuviera un autógrafo de Gramsci, ya que, entonces, los socialistas, dijo Pertini, eran considerados los grandes enemigos del partido comunista.

División de opiniones

Como conclusión de su historia, el anciano presidente italiano cogió a Craxi por el brazo y le soltó: "Presidente del Consejo, permítame esta sinceridad, yo no soy un adversario de los comunistas".Ni que decir tiene que la salida de Pertini ha corrido en seguida por las secretarías de los partidos políticos de la capital con comentarios para todos los gustos. Algunos hasta intencionados, como los de quienes han querido interpretar el gesto de Pertini como una maniobra para asegurarse su reelección como presidente, ganándose así los votos comunistas.

La verdad es que el viejo socialista no tiene pelos en la lengua y le canta las cuarenta a quien sea, empezando por sus compañeros de ideología, como ha hecho tantas veces con el presidente francés François Mitterrand, a quien ha reprochado duramente las dificultades que plantea para que España ingrese en la CEE.

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