Mozart, un pozo sin fondo
Las Juventudes Musicales de Madrid y la Caixa ofrecieron, en la Escuela Superior de Canto, un concierto de sonatas de Mozart, interpretadas por la violinista Palina Kotliarskaya y la pianista María Manuela Caro. Ya la elección de las obras revela la sensibilidad del dúo, pues entre la fabulosa herencia mozartiana supieron elegir sonatas sorpresivas: así la en Sol, k 379, inaugurada por un adagio sobre el que se alza la sombra de Don Juan; la en Fa mayor, k 377, en la que tras el vitalísimo allegro, con un casi movimiento perpetuo encomendado al piano sobre el que canta el violín, pasamos a unas variaciones superimaginativas y a un desolado tiempo final, más interiorizado. Comenzó el recital con la Sonata en fa, K 376, característica del Mozart más sereno y, si se quiere, decorativo.El dúo Kotliarskaya-Caro demostró su excelente concepto y cómo puede (yo diría que debe) alternarse el repertorio de los grandes clásicos con el más contemporáneo, sin que sufra la técnica ni el estilo. Al contrario: desde la apertura de horizontes se divisa todo mejor, con más nítida claridad y más larga perspectiva.
Sonatas para violín y piano
Violinista: Palina Kotliarskaya. Pianista: María Manuela Caro. Escuela Superior de Canto. Madrid, 28 de mayo.
Escuchamos, pues, un Mozart palpitante, rico, expresivo y estupendamente explicado. Cuando se explica bien, la música de Mozart es un pozo sin fondo, abierto a la intrahistoria de la cultura y con permanente capacidad de sorpresa. Desde ella, las sonatas violinísticas alcanzan perdurable Vigencia, algo bien distinto de lo meramente histórico y museal. Un gran concierto; las propinas se hicieron imprescindibles.
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