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Los partidos de Marruecos, frustrados porque el congreso judío no reconociese a la OLP

El reciente congreso judío celebrado en Rabat, que ha despertado reacciones hostiles en algunas capitales árabes, también ha frustrado a algunos partidos políticos marroquíes que esperaban que los judíos marroquíes y los originarios de Marruecos reclamasen el reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) o, cuando menos, el de los derechos nacionales de los palestinos.

Al congreso, preparado minuciosamente en los tres últimos meses, deberían haber sido invitadas personalidades israelíes que reclaman el reconocimiento de la OLP, como el general Peled, entre otros. Los partidos políticos marroquíes en cuestión, informados con anticipación del proyecto del congreso, afirman que creyeron que se había producido una evolución importante en la actitud de la comunidad judía marroquí y, por extensión, en la comunidad judía de Israel de origen marroquí.Este convencimiento partía, según afirman, de unas declaraciones del presidente de la comunidad judía marroquí, David Amar, a la revista France-Pays Arabes del mes de abril, en las cuales Amar afirmaba que "la posición de la comunidad judía de Marruecos es formal: no puede haber paz mientras que no sean reconocidos los derechos palestinos".

La representación de la OLP en Rabat, a cargo de Abu Muruan, fue consultada acerca de la intención de invitar a personalidades israelíes, y, según fuentes partidarias marroquíes, animó a los políticos marroquíes a asistir al congreso judío. Aparentemente, la evolución política dentro de Israel, el descalabro del Likud y la casi total probabilidad de un triunfo electoral laborista en coalición con el partido Tami son el origen de este pretendido cambio de actitud de la comunidad judía de Marruecos, que desea apoyar a esa coalición.

En todo caso, Siria retiró a su embajador de Rabat y suspendió su participación en el comité Al Qods, que preside el rey Hassan II, y en Kuwait, en donde la comunidad palestina es extraordinariamente influyente, algunos diputados solicitaron la expulsión de Marruecos de la Liga Árabe y la destitución del rey Hassan II de la presidencia de Al Qods.

El propio Hassan II respondió a esas críticas en el discurso que pronunció el pasado 18 de mayo, cuando dijo que "Marruecos es un país soberano que organiza en su territorio tantos congresos marroquíes como desee, y el recientemente celebrado se inscribe en el marco del ejercicio de las libertades públicas". El monarca recordó que ello no ha impedido a Marruecos ser fiel a sus compromisos y que en verdad todos los males que aquejan a la nación árabe desde 1947 proceden de la inconsecuencia de algunos líderes árabes que no han sabido optar por hacer la guerra o hacer la paz.

El líder del partido comunista marroquí, Ali Yata, en la dirección de cuyo partido participan destacados intelectuales judeo-marroquíes, se ha declarado frustrado por los resultados del congreso judío y ha afirmado que éste "no ha sido más que la ocasión para que un cierto número de personalidades sionistas internacionales, algunas de ellas de Israel, se reúnan en nuestra tierra para hacer propaganda de sus ideas, en el sentido de la paz americana y el espíritu de Camp David".

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A pesar de las reacciones airadas sirias, que en Rabat se consideran demagógicas, y la de algunos diputados kuwaitíes, en el congreso judío de Rabat se trató de la necesidad de instaurar un diálogo judeo-árabe, la primera muestra del cual es la celebración misma del congreso. La impaciencia de los partidos marroquíes por lograr el reconocimiento de los derechos palestinos y de la OLP se comprende, pero cuando un país árabe está invadido por el Ejército de Israel, el simple diálogo parece una utopía.

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