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ARAGÓN

Dos personas intentarán cobrar el dinero que el Insalud adeudaba al constructor Manuel Benavente

Un acreedor y un amigo de Manuel Benavente, a los que el constructor aragonés, fallecido el pasado viernes, dio plenos poderes, continuarán las gestiones hasta conseguir cobrar la totalidad de la deuda que el Instituto Nacional de la Salud (Insalud) contrajo con Benavente, que asciende a 154 millones.El constructor, de 63 años, que protagonizó tres huelgas de hambre reclamando al Insalud esta cantidad, por las obras realizadas para el referido instituto, murió sin ver plenamente satisfechas sus reivindicaciones.

Tras más de 10 años de lucha, viajes, huelgas y la intervención de Joaquín Ruiz-Giménez, Defensor del Pueblo, el Insalud sólo reconoció a Manuel Benavente una deuda de 78 millones de pesetas, más los intereses. Un total de 129 millones, de los que el constructor sólo llegó a percibir una mínima parte, pues el resto se destinó a sufragar los embargos y deudas que su empresa, Benasa, tenía contraidos con la Seguridad Social y Hacienda.

Ejemplo de constancia

El entierro del constructor fallecido, celebrado ayer en el cementerio de Zaragoza, constituyó una sentida muestra de dolor. Los restos, incinerados, serán trasladados a Alcañiz (Teruel), su ciudad natal.Manuel Benavente ha sido reconocido como un claro ejemplo de constancia y tesón y su caso ha puesto al descubierto "la lucha a muerte" de un ciudadano contra la compleja Administración.

La historia de este constructor se inicia en 1964, cuando, con el dinero que ganó realizando pozos para las minas, fundó una empresa y comenzó a realizar obras para el antiguo Instituto Nacional de Previsión. Estas obras constituyen hoy los ambulatorios de Alcañiz, Vaes, Ripoll, Badalona, Manresa, Sabadell y Berga-. Otras construcciones emprendidas por Benavente fueron la residencia de Ibiza y las ampliaciones de las de Cáceres y Jerez, además del hospital de Requena (Córdoba) y la maternidad de Badajoz. Al final, el Instituto Nacional de Previsión no pagó la revisión de precios y tardó varios años en recibir las obras, por lo que Benasa, la empresa de Manuel Benavente, hizo quiebra.

Para conseguir cobrar esta deuda el constructor aragonés protagonizó tres huelgas de hambre, la primera en 1981, que poco a poco fueron minando su salud, agravada en los últimos meses a causa de un tumor cancerígeno que se había extendido por varios órganos vitales.

En 1975, Benavente escribió una carta al Rey relatándole su problema y ya en 1976 recibió una promesa del INP en la que se le comunicaba que tenía preparada la liquidación.

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