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Las primeras elecciones de Mubarak / 2

Egipto mantiene una 'paz fría' con Tel Aviv en espera de los comicios israelies del 23 de julio

Las primeras elecciones casi democráticas celebradas en Egipto desde el triunfo, en julio de 1952, de la revolución de los oficiales libres capitaneados por Gamal Abdel Nasser, realzarán sin duda el papel de un Egipto estable en un mundo árabe siempre convulsionado. Pero aunque ahora, en contra de lo sucedido en tiempos del asesinado presidente Anuar el Sadat, los partidos políticos puedan criticar en sus publicaciones y mítines el tratado de paz egipcio-israelí de Camp David, no por eso el resultado de los comicios parece poder influenciar la política exterior, que seguirá alineada con Estados Unidos, pero sin bajar la guardia ante un Israel con el que El Cairo mantiene, desde que invadió Líbano hace casi dos años, "relaciones frías" según la expresión del secretario de Estado para- Asuntos Exteriores, Butros Ghali. Esta paz fría cuenta con el respaldo de las principales fuerzas políticas, que esperan en secreto, junto con el Gobierno, que el retorno de los laboristas israelíes al poder, si ganan las elecciones generales de julio, permita por lo menos reanudar el diálogo con Tel-Aviv.

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El paulatino retorno al mundo árabe

ENVIADO ESPECIALA lo largo de sus cinco años de existencia, el tratado de Camp David, pieza clave de la política exterior egipcia, no suscita ya ningún entusiasmo en la población, pero ha acabado por ser aceptado por todas las fuerzas políticas, y hasta Jaled Mohiedin, del Partido Nacional Unionista y Progresita (PNUP), el más a la izquierda en el abanico político, reconoce que "aunque estemos en contra del acuerdo, en las actuales circunstancias no podemos pedir a Hosni Mubarak que lo denuncie y entre en guerra contra Israel".

Ni qué decir tiene que si la formación política más radical matiza tanto sus críticas, los demás partidos de la oposición son aún moderados,, y no sólo no lo denuncian sino que, como el nuevo Wafd, piden que Egipto lo siga cumpliendo. Visiblemente satisfecho por este consenso en tomo a la espina dorsal de la política exterior egipcia, el ministro de Asuntos Exteriores, Kamal Hassan Alí, comentó al enviado especial de EL PAIS que "tanto el partido en el poder como nuestros adversarios apoyan y hasta elogian nuestra manera de llevar nuestras relaciones con el extranjero".

Los beneficios del acuerdo

Además, ¿para qué dar marcha atrás mientras Egipto siga recibiendo los beneficios del acuerdo tripartito y sus inconvenientes se vayan poco a poco desvaneciendo con la paulatina reinserción del más poblado de los países de Oriente Próximo en el mundo árabe? Aunque algunos expertos como Abdel Monem Said, investigador del Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos (IEPE), se quejen de que "las armas norteamericanas son suministradas al ejército egipcio con cuentagotas y de que su nivel armamentístico es ahora inferior al de 1973", Egipto es desde 1979 el segundo destinatario, después de Israel, de la ayuda económica y militar de EE UU.Aparte de Omán, Sudán y Yibuti, ningún país árabe dispone desde 1979 de una embajada en El Cairo, pero con las únicas excepciones de Siria, Libia y Yemen del Sur todos han reanudado sus contactos con el Gobierno egipcio, y el propio rey Hussein de Jordania señalaba recientemente que "lo único que falta aún a Jordania para normalizar totalmente sus relaciones con Egipto es colocar una bandera en su representación diplomática". En diciembre, a su salida de la ciudad sitiada de Trípoli (norte de Líbano), donde recibió ayuda egipcia, el líder palestino Yasir Arafat se reconcilió con el régimen egipcio visitando a Mubarak en El Cairo, y un mes después Egipto fue readmitido en la Organización de la Conferencia Islámica.

Para la mayoría de los intelectuales, de ideología nasserista, que trabajan en el IEPE, la reactivación de la vida parlamentaria que sucederá a las elecciones obligará al Gobierno a rendir cuentas con más frecuencia y le impedirá ' por tanto, adentrarse por la senda de Camp David. Pero incluso para los dirigentes egipcios el tratado egipcio-israelí ha sido aparcado en una vía muerta por la que rehúsan avanzar mientras Israel no haga algún gesto de buena voluntad.

A la espera de ese gesto, el Gobierno egipcio, que interrumpió las conversaciones sobre la autonomía palestina cuando los israelíes propusieron que se desarrollasen en Jerusalén, y que tras la matanza de refugiados en los campamentos beirutíes de Sabrá y Chatila, en septiembre de 1982, retiró a su embajador de Tel-Aviv, cuenta las violaciones israelíes del tratado: 62 en 1982, 32 en 1983, según la fuerza multinacional de paz en el Sinaí. A las violaciones técnicas hay que añadir las políticas", afirma Ghali, como "las anexiones de Jerusalén y del Golán sírio, el bombardeo del reactor nuclear iraquí y, por supuesto, la invasión de Líbano hace dos años".

Apuesta por los laboristas

Esa mano tendida israelí que esperan los dirigentes egipcios sólo se la pueden dar los laboristas si consiguen ganar las próximas elecciones de julio. Tras repetir que no quieren interferir en la campaña electoral que se desarrolla en el Estado judío, Kamal Hassan Alí, ministro sirio de Asuntos Exteriores, acabó por reconocer ante este enviado especial que "un cambio en el poder tanto en Israel como en Siria nos facilitaría mucho las cosas. Cuando, tras los comicios, el panorama político esté despejado", concluyó, "habrá que sentarse de nuevo en torno a una mesa de negociaciones".De cara a esta posible victoria laborista, los responsables han mantenido ya sus primeros contactos con la actual oposición israelí. Aba Eban, antiguo y acaso también futuro ministro de Asuntos Exteriores israelí, se desplazó a El Cairo en abril, y el presidente Mubarak lo dio claramente a entender que "esperaba que en la segunda mitad del año se tomasen iniciativas que descongelasen la situación".

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