CC OO del metal cree imposible un pacto social con la actual política económica del Gobierno
ENVIADO ESPECIAL, Con una ejecutiva que recoge en su composición la pluralidad de la federación y el respaldo mayoritario a Juan Ignacio Marín como secretario general, finalizó ayer el tercer congreso del metal de Comisiones Obreras, celebrado en Santander. Un congreso que se ha pronunciado claramente en contra de la política de acuerdos si no se supera la política económica del Gobierno, y que además ha servido para clarificar y matizar posiciones y estrategias divididas en ocasiones por el filo cortante de una navaja y separadas en otras por abismos insalvables. Son las mismas posturas que se registran en el PCE y las que pugnarán en el congreso confederal de CC OO de junio.
Los resultados de las votaciones, presentados en la mañana de ayer ante el pleno del congreso, no aportaban demasiada novedad a lo que ya se esperaba prácticamente desde el inicio de los trabajos. Tal vez una presencia mayor de la tendencia gerardista, que consiguió situar a 10 de sus miembros en la ejecutiva, frente a los siete u ocho que se esperaban. Los carrillistas han logrado 16 puestos -incluido el secretario general-, y los prosoviéticos, tres.Pero el congreso ha servido, sobre todo, para que hicieran explosión dos posiciones más o menos diferenciadas, fiel reflejo de las discrepancias políticas existentes en el PCE. No es extraño que una y otra tendencia hayan hablado de presiones del partido. Los carrillistas, de que desde Santísima Trinidad -sede del PCE- se habían cursado instrucciones para romper la unidad de la federación, presentando las listas alternativas en un afán de propiciar un pacto social con el PSOE. Y los gerardistas, hablando de que la presencia de Adolfo Piñedo, antiguo secretario general del metal de CC OO y hoy secretario general del PCE de Madrid, era la prueba más evidente de que las presiones tenían nombres y apellidos. Juan Ignacio Marín trataba de zanjar estos rumores afirmando: "Que cada uno, a la vista de los resultados, saque sus propias conclusiones".
Ninguna de las dos líneas del sindicato pone en duda, al menos formalmente, que el objetivo de CC OO es la implantación de una política de solidaridad contra el paro y la crisis. Y ambas tendencias coinciden también en que esta política no tiene reflejo en la que el Gobierno socialista está llevando adelante.
Opciones diferenciadas
Planteadas así, las diferencias podrían parecer únicamente tácticas. Sin embargo, hay un fondo que nadie expresa claramente. Las familias comunistas luchan en el sindicato por llevar adelante sus opciones políticas. Los gerardistas se muestran partidarios de llevar los objetivos de la solidaridad a cuantas negociaciones se platiteen con Gobierno y patronal. Y aceptan que no siempre han de recogerse todas sus propuestas, pero intentando a la vez arrancar por medio de los acuerdos el máximo posible de las mismas. Es lo que los carrillistas llaman "postura muy cercana a la UGT" o "ugetización de CC OO".Los carrillistas, por su parte, entienden que para conseguir los objetivos de solidaridad no cabe otro camino que cambiar radicalmente la política económica y social del Gobierno. No basta con modíficarla en temas puntuales. Exigen otra política económica distinta a la que Boyer y Solchaga están aplicando. Esta postura, aclaraba ayer Juan Ignacio Marín, no es de resistencia, sino "de confrontación para superar la política del Gobierno", implantando entonces las tesis de CC OO.
Julián Ariza, miembro de la ejecutiva confederal de CC OO y destacado dirigente, junto con Adolfo Piñedo, de la línea carrillista, intervenía ayer en este mismo debate. En las palabras pronunciadas en la clausura del congreso desveló ante el pleno el informe que Marcelino Camacho, secretario general de CC OO, presentará en el congreso de junio.
Según Ariza, el informe en el que esta tendericia se abstuvo el pasado martes en comisión ejecutiva viene a refrendar las tesis de oposición al acuerdo social. Siempre según sus palabras, el informe viene a decir que la política del Gobierno hace, en las actuales circunstancias, prácticamente imposible el pacto.
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